Tomás de Aquino parte de la consideración de felicidad natural brindada por Aristóteles, por lo que entiende que la felicidad tendrá origen en las operaciones más propiamente humanas; dichas operaciones serán las operaciones racionales. En las cuales, la operación intelectual quedará completa cuando lo entendido está en el que entiende; por un lado. Por otro, en cambio, la operación de la voluntad se perfeccionará en la tendencia del sujeto a la cosa real que es su término.