Familia y Sociedad

El hogar es el lugar donde más nos sentimos seguros. La familia, nuestros padres y hermanos nos quieren y aceptan por lo que somos y no por lo que hacemos o dejamos de hacer.

Es cierto que ninguna familia es perfecta, la realidad tarde o temprano se acaba imponiendo y los problemas aparecen. Las relaciones humanas tienen en sus entrañas el conflicto, la complejidad con la que se van gestando los acuerdos entre los seres humanos es una muestra clara de ello.

Con base en lo anterior, es importante tener claro que existen maneras de amenizar la naturaleza conflictiva de las relaciones. Si bien es cierto que existen ocasiones en las que es imposible que el conflicto en una familia no se dé, lo que sí se puede hacer es sembrar valores que generen una disminución de los mismos o una mejor forma de resolverlos.

Para qué hago lo que hago

Los valores permiten que una persona actúe de acuerdo con principios específicos, los cuales tienen la finalidad de mejorar su vida y las vidas de las personas con las que esta (la persona) convive.

Pero ¿cuáles valores deben existir en la familia? La respuesta a esta pregunta debe partir de una finalidad que se quiera lograr. Si las personas no se preguntan ¿para qué estoy haciendo esto o aquello? es muy probable que se encuentren yendo por el camino erróneo sin saberlo siquiera.

El ser humano actúa, la mayor parte del tiempo, con base en una finalidad determinada. Platón escribía que “Una vida sin reflexión, no merece ser vivida”.  Si no reflexionamos sobre el camino que queremos tomar, es muy probable que estemos perdiendo el rumbo de nuestra vida.

El primer valor que debe ser esencial dentro de una familia es el respeto. La real academia española define el verbo respetar como: “tener veneración, acatamiento” (RAE).

Los padres de familia

Quisiera centrarme en la segunda palabra acatamiento, es necesario que los hijos acaten lo que sus padres les mandan; aunque la costumbre de hoy en día sea otra e incluso la contraría. Los padres quieren a sus hijos, las ordenes que les dan no son para dañarlos, sino todo lo contrario. El niño no sabe, la experiencia la da el tiempo y su obligación es obedecer a sus padres.

Respetar no es sinónimo de sumisión, sino se reconocer una autoridad que nace del cariño y del amor hacia aquellos que están dispuestos a dar su vida por la nuestra, los padres. Es seguro, en la mayoría de los casos, que nadie nos querrá más que ellos, aunque muchas veces se equivoquen en la forma de educarnos.

Consecuencias de la falta de respeto en la familia

Es necesario decirlo claro: cuando no existe el respeto en una familia, de los hijos hacia los padres, de estos hacia sus hijos y entre los hermanos, se ha roto la columna vertebral de esta.

El segundo valor esencial dentro de una familia debe ser la caridad. El amor hacia los hijos y de estos hacia los padres, debe verse reflejado en una donación libre y sincera. Sin que medie la búsqueda enfermiza de la aprobación de los padres por parte de sus hijos, ni la promesa de una herencia por parte de los padres. La caridad no solo es importante porque armoniza las relaciones familiares, sino porque trasciende los muros del hogar. Las enseñanzas de la familia tienen ecos seguros en la sociedad, quien no respetó a sus padres y hermanos, tendrá dificultades para respetar la Ley. La persona que no amó a sus padres, ni se sintió amado por ellos, es más propensa a dañar a los demás a causa de un resentimiento y sin que haya una finalidad racionalizada para ello (como la necesidad de comer o defenderse)

Considero que estos son los dos valores más importantes que deben existir dentro de una familia. Seguramente habrá otros, pero si la finalidad que se busca dentro de una familia es la armonía, la paz y el crecimiento personal de cada uno de sus integrantes, no pueden faltar ni el respeto, ni la caridad.