Blog de Carlos Llano

[Podcast 12] El empresario ante el miedo

[fa icon="calendar"] 27-abr-2020 17:24:52 / por Carlos Llano Cifuentes

Carlos Llano aborda el tema del empresario ante el miedo y sobre algunos tipos de actuaciones válidas que podría presentarse frente a las amenazas. Este es un fragmento del libro "Ser del hombre y hacer de la organización", capítulo VI, sección 2.

 

 

Nueva llamada a la acciónTranscripción del audio:

Ofrecemos una transcripción del audio para ayudar a su comprensión:

-Dr. Carlos Llano: Siempre se plantea la alternativa de, ante determinada situación crítica, ante determinado peligro, la posibilidad de salirse de donde estoy o la posibilidad de responder a la situación. Es a esto, como continuación de estos dos casos, es a los que se refiere precisamente esta participación. Se llama "El miedo y la responsabilidad". 

   Si nosotros partimos del principio, señores, de que la dirección de una empresa no es algo que se pueda adquirir de fuera para adentro, sino que más bien responde a condiciones nativas y temperamentales de la persona, si nosotros vivimos esto con seriedad, entonces hay asuntos de la persona que realmente nos interesan analizar.

   Si la hepatitis es algo que parte del hígado, cuando tienes hepatitis lo que tienes que hacer es analizar qué es lo que pasa con el hígado. Generalmente el hígado no nos interesa, mas que cuando te declaran cirrosis; cuando te declaran cirrosis hepática, dices "ah, caray, esto del hígado ¿cómo funciona?"

   Bueno nosotros estamos en una circunstancia un poco diferente de la que teníamos hace 5 ó 6 años, que hace que en nosotros aparezcan síntomas de miedo que antes no teníamos, síntomas de temor, o de zozobra, inquietud. Bueno, pues es exactamente igual que cuando nos declaran cirrosis hepática y nos preocupamos por el hígado. Bueno, pues esto del miedo ¿cómo está? Aquí hay algunos que no habíamos tenido la sensación de miedo hasta este momento. Es el momento precisamente de analizar con cierto rigor, con un nivel de cierta profundidad ¿qué es esto del miedo? 

   Bueno, afortunadamente sobre el miedo se ha hablado hace muchos años con palabras tan claras y tan –pudiera decir–  contundentes que, desde hace 2,500 años para acá prácticamente no se ha dicho más; es más lo que se ha dicho después de esos 2,500 años son afirmaciones erróneas.

    Me estoy refiriendo a un autor que, desgraciadamente, tenía el error de no saber inglés: Aristóteles no sabía inglés. Claro, si hubiera sabido inglés y sus libros los hubieran publicado no diría yo en McGraw-Hill, pero por lo menos en Salvat, (hombre, por lo menos no te quejarás ¿eh? luego te paso factura), hombre, tendríamos conocimiento ¿eh?  ¿Dos facturas? ¿Porque McGraw-Hill también es representante de ella aquí o qué? ¿Trabajan simultáneamente o qué? ¡Ah! oye, pues antes de dejar Salvat te paso la de Salvat y cuando llegues a McGraw... Oye, ¡no sabía esto, hombre! Ya lo sabían algunos de tus compañeros... bueno, oye, no es que esté mal Salvat, pero oye, entre Salvat y McGraw-Hill hay tanta diferencia como entre el griego y el inglés. 

   Bueno, además escribía en griego, pero para terminarla de amolar lo que ha escrito Aristóteles no lo conoce ni su tía.  Aristóteles ha dicho sobre el miedo una palabra principal que no ha podido ser corregida, digo, en dos mil quinientos años:

Le llama al miedo "tendencia espontánea –es decir, no reflexiva, no deliberada, intuitiva, de bote pronto– tendencia espontánea de huida ante el peligro".

   Esta simple definición que, digo, no ha podido ser superada, no es importante en Aristóteles por la simple definición, sino porque dice que el miedo es connatural al hombre, no en el sentido de que hay peligros que le dan miedo al hombre, sino que hay peligros que le deben dar miedo al hombre, so pena de no ser humano. A veces la no sensación de miedo ante determinados peligros, cuando debemos de tenerlo, no es signo de ser valiente sino de ser animal.

   Esto es lo que venía a decir Aristóteles: el hombre es constitutivamente miedoso ante determinados peligros. No quiere decir esto que ante todos los peligros que se le presenten, y ante todas las tendencias de huida ante ese peligro, el hombre deba huir: una cosa es sentir la tendencia y otra cosa es hacerle caso, eso ya es otra cosa diferente.

   Pero sentir miedo es algo constitutivo del hombre, a no ser que sea verdad, –dice Aristóteles algo muy chistoso– a no ser que sea verdad lo que dicen de los Celtas, que son impávidos. Parece ser que hace dos mil quinientos años los mediterráneos eran medio cobardones y los Celtas eran medio valientes, y Aristóteles no podía creer lo que parece que había dicho Herodoto, de que había unos señores al norte de Europa que eran impávidos, que no tenían miedo. "Si eso fuera verdad, yo cambiaría...", dice Aristóteles, "...mi dictamen de que es constitutivo del hombre", y tampoco quería decir que los Celtas son animales, sino que son unos hombres poco normales. Bueno, todavía hoy sabemos que nosotros los latinos, los mediterráneos, tenemos una cierta sensación de miedo que los escoceses y los irlandeses no tienen, ¿verdad?, bueno, por fortuna. Lo que pasa es que... ¿perdón? Hombre, por desgracia para los argentinos (risas), ya no me meto más no, no vaya a ser... Tendremos desgraciadamente que volver al tema, y no de los argentinos sino de los escoceses. 

   Se plantea Aristóteles la pregunta: ¿Ante qué peligro el hombre debe huir? ¿Ante qué peligros el hombre debe dar rienda suelta al miedo? Y dice que solamente se debe huir ante el peligro que merezca el calificativo de terrible. Y el peligro terrible tiene para Aristóteles dos características, y sólo cuando se dan las dos características es cuando el hombre debe hacer caso al miedo: 

  1. Que sea superior a mis fuerzas. 
  2. Que afecte el núcleo de mi existencia. 

   Cuando esto ocurre, y cuando el peligro no lo puedo yo detener y me llega al estómago, es decir al estómago en el sentido no de que sale del estómago, sino que llega al estómago, cuando realmente me parte la cabeza, cuando afecta a lo que constituye el núcleo de mi existencia, que no siempre es lo puramente corporal, sino aquellos vecindajes que yo tengo y que considero como míos, entonces el hombre debe huir.
   Esta palabra no ha podido ser superada porque las versiones actuales del miedo tienen una dimensión de carácter muy subjetivo. Si ahora tú le preguntas a un psicólogo ¿ante qué miedos hay que huir? te contestaría: "hay que huir ante aquellos miedos que no puedas soportar"… o ...  "el peligro es terrible cuando produce en ti una sensación de miedo tal que te hace correr". Es una –podríamos decir–, un matiz de carácter subjetivo que Aristóteles no entiende.
Aristóteles todo lo remite hacia el objeto del peligro. El peligro es superior a tus fuerzas y va contra ti, pues entonces escapa.  Pero si no supera tus fuerzas objetivamente, o no va contra ti, va contra otra cosa que no te afecta a ti, entonces, por mucho miedo que tengas –ésta es la palabra fuerte– por mucho... no se justifica el huir. O sea, el huir no se justifica por el... los grados de miedo con que termométricamente puedas medir la sensación que tienes. El miedo se justifica como tendencia a huir por la gravedad del peligro y por la relación que tenga contigo, ¿se entiende esto?

   Quiere decir que no es la intensidad de miedo que sientes lo que es justificante para huir, sino que es algo que te... el miedo objetivo...  no,  ¡no el miedo objetivo! ¡El peligro objetivo! Aunque no tuvieras miedo, aunque fueras celta, aunque fueras impávido, si el peligro supera tus fuerzas y te afecta a ti tienes que largarte. O sea, justificante de que tuve mucho miedo no es justificante para fundamentar o soportar la razón de tu huida..."Es que tuve mucho miedo" ¡no, señor! ¡esto no es! Es que el peligro no podía con la..., ah entonces ... 

- Participante: ¿Y de ahí lo patológico de las fobias?, ¿Son irracionales?  
- Dr. Carlos Llano: Ah, fobias, ah ya.

   Bueno...de las fobias y de muchas otras tendencias neuróticas de miedo ¿verdad? Hay individuos que tienen miedo de una mosca, ¡están enfermos! Y solamente un psiquiatra venal les diría "es que tienes que huir de ella" (risas). ¿Me explico? O sea, no es la intensidad del miedo que sientas lo que justifica la huida, sino la realidad del peligro y la relación que tiene contigo, ¡eso es muy importante tenerlo en cuenta! 

   Bueno, aquí entonces se dan, pues, varias posturas ante el miedo ¿verdad? Es decir, varias –más que varias posibilidades– varias posturas que exigen del hombre racional distintas actitudes.

   La primera sería si el peligro no es superior a mis fuerzas. Si es superior a mis fuerzas ¿qué es lo que tengo que hacer, aunque sienta mucho miedo, cuando yo le encargo a mi staff que mida mis recursos para afrontar ese peligro?...  Lo que sucede desgraciadamente –y esto no está en la nota– es que cuando tienes un peligro que puede parecer terrible, generalmente ya no tienes staff (risas). O sea, esto es un poco teórico, poco teórico, pero bueno, asumiendo que tienes todavía (staff) hay un momento de serenidad, esto es, lo que quiere decir esto es: Un momento de serenidad en el que tienes que calcular si efectivamente el toro que te viene lo puedes torear, o tienes que hacerlo con serenidad porque si lo puedes torear tienes que aguantar el embiste, y si no, pues saltar la barrera. 

¿Qué tengo que hacer si efectivamente el staff objetivamente me demuestra que aquello que parece tan terrible no lo es?

   La intensidad del miedo que sientes te hace agrandar el peligro, y lo que dice Aristóteles es: no fijes tu temperatura de miedo; lo que haces: mira al peligro objetivamente y ve si tienes arrestos para salir a por él. Lo que sucede es que la gente, cuando siente el miedo, exagera el peligro. Eso es. Se dice así ¿verdad? Como aquél que perturbado por el temor de la noche ve en cada rama de árbol un asaltante, ¿verdad? 

   Bueno también hay los impávidos, ¿verdad? Hay gentes celtoides que cualquier cosa se les hace (gesto de menosprecio). Y esto no quiere decir que siempre hay que detenerse, ¿verdad? que siempre hay que hacer lo que Palomar hizo en "Cerillera la Reina" (caso), ni siempre, ni siempre hay que hacer lo que Jimgar hizo en "Carta de Crédito 001" (caso). Yo digo que no siempre hay que hacerlo porque... mi padre lo hizo en Cuba y se quedó sin nada. ¿Me entiendes? O sea, estos casos, si mi padre los lee... "¡Momento!  esto ya lo sé yo, yo ya jugué, yo no quise ir al banco y mira lo que me pasó" ¿verdad? O sea que a veces aciertas y a veces no, lo que no siempre aciertas es corriendo, porque entonces estarías continuamente como gitano, de un lado para otro llevándote toda tu tienda.

   El arriesgarme a afrontar un peligro porque he tenido la serenidad de ver que ese peligro no es superior a mis fuerzas es algo que solemos hacer bien. Que el hombre emprendedor hace bien. Lo que no hace bien son otras cosas, ¿verdad? Eso ya lo veremos ahora. 

   Puede ocurrir que es superior a mis fuerzas… pero no afecta al núcleo de mi existencia. Es decir, es terrible el peligro, pero afecta a mi negocio, no me afecta a mí.
¿Tengo yo por eso que irme a París? ¿Qué es lo que tiene que hacer una persona cuando efectivamente le viene un peligro superior a sus fuerzas, pero que no va directamente contra él, sino contra... ¿Cómo? 

- Participantes: ¡Evadirlo!, ¡Fortalecerse!, ¡Tratar de disminuirlo!, ¡No hacerle caso!, darle la vuelta y agarrarlo por la buena... 

- Dr. Carlos Llano: Si le das la vuelta y lo agarras por el otro lado ya no es superior a tus fuerzas. El staff te diría: "si lo afronta usted así perderá, pero si cambia usted la presentación de su artículo ya el competidor no le podrá hacer nada, al revés, le caerá a usted por el flanco izquierdo". Todas estas son posturas razonables. 

(Comentario inaudible de participante) 

- Dr. Carlos Llano: Si acaso llega un momento en que me afecta, bien. 

(Otra pregunta inaudible)

- Dr. Carlos Llano: Aquí alguien decía que había que fortalecerse. Esto, bueno, no quiere decir que todo lo que ha escrito Aristóteles es razonable. Aristóteles, de todas las posibles preguntas, escogió esa. Lo que pasa es que he de emplear una palabra que traducida al castellano significa: Aguantar. ¡Aguantar!

   Se declara cáncer a tu hija... hombre, un individuo cobarde –así, ¡verdaderamente cobarde!– se inventa unas vacaciones y manda a su hija al hospital, y ahí se muere. ¡Cobarde! Pero, eso no le afecta a él... ¡lo que tiene que hacer es aguantar! Hombre, evidentemente habrá que darle la vuelta a ver si logras pagar a un médico que no diagnostique cáncer (risas)... 

   Aguantar. ¡En cambio esto, señores, el aguantar no es fácil para el empresario! La experiencia que nosotros tenemos es que tenemos mucha más capacidad de fortaleza para acometer, para afrontar riesgos, que para resistir peligros cuando no tenemos nada que hacer. Nuestra capacidad de resistencia –por lo menos lo que hemos podido ver en gentes muy valientes– es arriesgando. En cambio, son poco valientes aguantando. No valientes –aquí el término no es valiente, sino fuerte. La fortaleza la dividía Aristóteles en dos grandes secciones: la de acometer el peligro cuanto te arriesgas. A pesar de que los griegos decían que era mejor ser valiente que tener paciencia y resistencia. Aristóteles decía no: el resistir es del más fuerte, porque ya el peligro está aquí. 

   Bueno, hay una tercera postura. La tercera postura: si es superior a mis fuerzas... y sí afecta mi yo, o el núcleo de mi existencia. ¿Entonces qué es lo que hay que hacer?: Huir. Está claro lo que tú dices, ¿eh? No es tan fácil diagnosticar si estoy en la posición A o en la posición B o en la posición C. Ya se dan ustedes cuenta de que hay tres posturas ante el peligro: O afrontarlo abiertamente o resistirlo (porque ya no puedo hacer más), o salir corriendo. 


   Hay una cuarta postura que es la que yo creo que merecería de nosotros un mayor análisis:

   D: Si es superior a mis fuerzas, y si afecta a mi yo, pero no puedo huir, o no gano nada con hacerlo. 

-Dr. Carlos Llano: ¿El suicidio? Eso no lo diría Aristóteles, tú sabes que no lo diría Aristóteles, ¿verdad?  

   Aristóteles vuelve a repetir la misma palabra: aguantar. Aquí parece, aguantar... bueno, hay una tendencia natural del hombre a salir del lugar en donde está, aunque no gane nada con salir de él. Aquí está: si el peligro es superior a mis fuerzas y sí afecta a mi propia existencia, pero no puedo huir o no gano nada con huir. Ahí es donde realmente las cosas se ponen difíciles, así es donde se pide al hombre que tenga capacidad. Los ejemplos que pone Aristóteles de situaciones de miedo terrible no pueden ser mejores que estos dos: tormenta en altamar y terremoto.

   Bueno, yo no me he encontrado nunca en una tormenta en altamar, no sé qué es lo que hacen los pasajeros, los barcos cuando está una tormenta... Sí tengo un amigo, no un amigo sino uno que se hizo después amigo mío –un inglés por cierto ¡casi celta!– que en unos bacheos de estos del Atlántico, de estos que te llevan de un lado para otro y te lo sube y te lo baja y te lo vuelve de un lado y tal. Empezó a tomar más –lo que  a mí me parecía que era más– whisky de la cuenta, y le pregunté "oye"... como vi que iba ya por el cuarto whisky… bueno, el whisky es una de maneras de evadirse, ¿verdad? Esto del huir no crean ustedes que es cualquier cosa. No se huye así corriendo nada más, sino que se empieza como a tomar whisky ¿verdad?
Digo: "esta situación está un poco difícil" –le dije yo. "Mire señor, a mí me encanta el mar, me encantan los navíos y disfruto con las tormentas, lo que no me gusta son las tres cosas juntas" (risas).

   Bueno, no sé –digo– lo que ocurre en momentos de tormenta –salvo evadirse con whisky– pero sí hemos podido todos comprobar qué es lo que sucede en momentos de terremoto (aunque aquí eufémicamente (sic) le llamemos temblores) ¿verdad? Me agarró de terror el ultimo temblor: los que estaban de este lado de Reforma se pasaban para el otro lado, y chocaban con los que, estando de este lado, se pasaban al otro. Un espectáculo verdaderamente cómico, si no fuera porque se estaban cayendo los edificios. ¿En qué cabe... en qué cabeza cabe que vas a estar del lado izquierdo mejor que del lado derecho? ¿Qué ruleta juegas tú?

   Se pregunta Aristóteles: ¿Y qué gana el hombre con aguantar, cuando no puede huir?
Dice Aristóteles: El hombre no gana nada con aguantar, mas que se gana él. Porque cuando aguanta se manifiesta a sí mismo como hombre.
   Sí, se hace fuerte y el hacerse fuerte es una ganancia que no está esperando otra cosa sino que se hace fuerte, de tal manera que, en sí, el aguantar tiene... deja un cierto pozo en el hombre que lo estructura de otra manera. Bien.

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Topics: Miedo

Carlos Llano Cifuentes

Escrito por Carlos Llano Cifuentes

Carlos Llano Cifuentes, fue un filósofo, profesor y empresario mexicano. Miembro del grupo fundador del Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa (IPADE) y de la Universidad Panamericana, nació en 1932 en la Ciudad de México. Doctor en Filosofía en la Universidad de Santo Tomás, en Roma, estudió Economía en la Universidad Complutense de Madrid y realizó estudios doctorales de Filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

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