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La familia y la casa

Escrito por Bernardo Sosa | 30/01/18 15:00

 

La palabra casa tiene un significado muy concreto. De acuerdo al diccionario de la Real Academia Española una casa es: Edificio para habitar[1].

Sin embargo, en este artículo me gustaría profundizar un poco más sobre este término. La casa es dónde crecimos protegidos por el amor de nuestros padres y de nuestros hermanos. Este lugar supone un referente en nuestra propia vida, el cual evoca seguridad, cobijo y sobre todo formación.

Escuela de virtudes

La casa es aquella base sobre la cual una familia se construye, dónde se conciben y nacen nuevas vidas, donde se dan las interacciones más primitivas y esenciales del ser humano: la alimentación, el cobijo, la escucha y el consuelo.

Profundizar sobre el significado de la palabra casa nos lleva inmediatamente a otro término importante: la familia.

Se dice que la familia es la base de la sociedad, aquel grupo de personas del que el ser humano capta sus primeras impresiones de vida. Dónde aprende qué es lo bueno y que es lo malo, y dónde su carácter comienza a formarse a través de la enseñanza de la paciencia, de la generosidad y de la honestidad (entre otros); vividas el día a día por los padres y transmitidas a sus hijos a través del diálogo y sobre todo del ejemplo.

La casa es y debe ser (en la mayoría de los casos) el lugar hacia el cual podamos regresar cada vez que nos sintamos amenazados por la sociedad en la que vivimos, cada vez que los demás nos agredan o nos sintamos de alguna u otra forma inseguros y vulnerables. Siempre habrá algún familiar en el que cobijemos esa carga emocional y esa pena que traemos con nosotros y que nos impide vivir en paz y armonía.

No es difícil darse cuenta de que las calles de este país son cada día más inseguras, los mexicanos hemos y seguimos perdiendo la confianza entre nosotros. Si la realidad prueba que estoy en lo cierto no importa, lo que quiero destacar aquí es la amenaza que muchos de nosotros sentimos del “afuera”, de todo aquello que revela nuestra vulnerabilidad y nuestra intimidad.

Dada esta explicación, es imprescindible que volvamos a la casa. Que busquemos entre nuestros seres queridos y cercanos aquel cobijo que todo ser humano necesita: ser escuchado, ser abrazado, ser amado. Ahí es dónde recobraremos fuerzas para salir de nuevo al “mundo”, dónde podremos llevar ese amor y esa alegría que nos brindaron nuestros seres queridos en casa y que nos “recargaron la pila”. Llevar eso que recibimos a aquellos que quizá no tienen una familia que los cobije o que su familia es igual o peor de amenazante que “las calles” y que necesitan de la escucha y de la comprensión de otro ser humano.

Cobijados por nuestra familia podemos ser nosotros mismos, dejar en la puerta de entrada las máscaras que nos hemos puesto para encajar en el trabajo, con los amigos y dejar fluir nuestras emociones y nuestros pensamientos sin temor a ser juzgados.

Breve reflexión

Finalmente quisiera invitarte a reflexionar sobre las siguientes preguntas, las cuales tienen la finalidad de que podamos reubicar en nuestra escala de valores a la familia y poder aprovechar los beneficios que nuestra casa nos brinda:


¿Cómo me siento dentro de mi casa, en convivencia con mis padres, hermanos, esposo, esposa, hijos, etc?

¿Soy capaz de ser yo mismo dentro de mi casa y dejarme querer por aquellos que más me aman?

¿En el trabajo, en la escuela y en la vida cotidiana trato de dar ese amor y ese cobijo que recibo de mis seres queridos?

¿Invito a Dios a ser parte esencial y pilar de mi casa y familia?

 

[1] Real Academia Española www.rae.es