Familia y Sociedad

Motivar a una o varias personas no es tarea fácil,  se requiere de un profundo conocimiento del ser humano y de los mecanismos internos y externos que llevan a la persona, por sí misma y de manera consciente, a actuar de determinada manera; siempre cuidando que la motivación no se convierta en manipulación.

¿Qué es la motivación?

Según la Real Academia Española, la motivación se define como “Conjunto de factores internos o externos que determinan en parte las acciones de una persona” (RAE)

Carlos Llano Cifuentes, en su libro Dilemas éticos de la empresa contemporánea, define la motivación como “el atractivo que ejercen determinados bienes –o la necesidad de adquirirlos- sobre determinadas personas, por causas que tienen más relación con el sujeto que con el bien le atrae”. (Llano, p.176)

Profundicemos un poco en esta definición:

Para empezar, el objeto de la motivación es un bien, un algo. Podemos decir que comienza con él. Sin embargo, al momento de motivar debemos de prestar una mayor atención en la persona a la que estamos presentando este bien. Podría ser el caso de que, por más esfuerzo que nosotros hagamos en presentar un bien x, a la persona a la que se lo presentemos no le atraiga. Es por eso que el conocimiento de la persona a la que estamos presentando dicho bien, es más importante que el bien mismo.

¿Cómo motivar a una persona?

Para empezar, como ya dijimos anteriormente, debemos conocer a la persona; debemos saber qué le atrae y que no. Sin embargo la complejidad y también la parte más importante de la motivación estriban en “querer que quieran”. Debemos conocer a la persona y presentarle el bien de tal manera, que ella misma quiera llevar a cabo la actividad que nosotros queremos que  lleve a cabo porque se dio cuenta de que el bien es atractivo por sí mismo y no porque nosotros se lo hemos presentado atractivo.

Esta es la gran diferencia con la manipulación, el hecho de que el bien sea querido por sí mismo. Cuando nosotros manipulamos a alguien, estamos pensando solamente en nuestros propios intereses, en el beneficio que obtendremos después de que la persona haga tal o cual cosa. Si la persona a la que estamos manipulando sale dañada, eso ya no es de nuestra incumbencia, nosotros hemos obtenido lo que estábamos buscando.

Ejemplo de motivación

• El servicio social: Si nosotros motivamos a las demás personas a llevar a cabo cualquier servicio social, estamos pensando en que la persona lo haga de manera consciente y voluntaria. Por el simple hecho de que, ayudar a los demás, es bueno por sí mismo. ¿Qué ganancia directa obtenemos nosotros si las personas a las que estamos motivando a llevar a cabo algún servicio social lo hacen? Además debemos saber que para la mayoría de las personas, ayudar trae como consecuencia una satisfacción muy particular, misma que está más allá de lo que cualquier bien material pueda traer consigo.

• Breve reflexión: Te invito a pensar con detenimiento en las veces en las que has motivado a los demás, ¿las has motivado? o sin darte cuenta las has manipulado.¿Has pensado más en tus propios intereses al tratar de “motivar” a las personas que te rodean? Discernir acerca de estas cuestiones te permitirá tener mayor claridad al momento de querer que las demás personas alrededor de ti hagan las cosas que tú quieres que hagan. Recuerda que la reflexión y el discernimiento son los dos pilares que sostienen a una buena decisión.

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