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Tiempo con tus hijos

Escrito por Laura Cremades Granja | 24/07/19 21:28

 

Ante las inquietudes y amenazas a nuestra seguridad, las mamás nos sentimos responsables de los hijos, especialmente los menores, en todo momento. Esto está muy bien, porque así podremos hacer un cerco que prevenga muchos riesgos. Sin embargo, perdemos de vista que ser una mamá siempre presente nos convierte en un problema porque, llevado al extremo, la mamá omnipresente llega un punto que ahoga la vida de los hijos y se vuelve dependiente de ellos en un sentido que deja de ser sano. Esto también puede pasar en el caso de los papás omnipresentes.

Todos dependemos de todos, somos interdependientes, pero una dependencia dañina ocurre cuando uno quiere controlar la vida del otro y no toma en cuenta que el otro es alguien diferente de mí. Apenas deberíamos pretender gobernarnos a nosotros mismos, ya esto es bastante trabajo, requiere un gran esfuerzo y mucho pensar, incluso lo hacemos mejor cuando nos preparamos y estudiamos más al respecto. En fin, gobernarnos a nosotros mismos es un reto para todos los días.

Querer gobernar a los demás es una falta de sensatez, de madurez, de respeto, de confianza y de amor que debemos evitar, porque implica no aceptar a cada uno con su singularidad, su originalidad. Hay que dejar que cada uno sea quien es. Esta es una de las mayores ventajas y bellezas de ser familia: poder llegar a ser yo mismo, mi mejor yo posible incluso. Creo que este es el principal papel de mamá y papá. Y vale la pena decirle a cada hijo que puede llegar a ser grande como sea que es, así ha sido creado, para ser grande como es y precisamente por ser quien es.

¿Qué se ha vuelto necesario en este entorno con riesgos crecientes? Una sana convivencia con los hijos: pasar tiempo con tus hijos. Conversar, hablar de ti mismo, de cómo ves la vida, de qué leíste, qué te inquietó, qué hicieron, qué les pasó, que viven en el colegio, qué les gusta, qué otra cosa les gustará hacer en el futuro de acuerdo a las posibilidades de la familia, especialmente en materia de deportes, pasatiempos y paseos en la misma ciudad.

Es fundamental que papá dedique tiempo a cada hijo y a cada hija, y también mamá, por separado y juntos. Que la familia tenga flexibilidad para encontrar tiempos de convivencia y de conversación, de silencios y de compañía, de confidencia y de descanso juntos o por separado. Y es muy sano que especialmente papá y sus hijos varones encuentren la forma de llevarse bien y convivir contentos y relajados y que mamá encuentre también una buena convivencia con sus hijas. Por separado o juntos, pero que se dejen los bandos, los consentidos, los preferidos, las habladurías que son un veneno en la familia, que haya plena aceptación incondicional de todos, que no es complicidad para que haga cosas que no sean buenas, sino apertura para que cada uno se sienta amado y sea capaz de amar y de ser su mejor yo posible.

¿Cómo convivir? En todo tiempo y momento, con prisa, con calma, haciendo un favor, pidiendo favores, comiendo juntos, yendo al súper, en el coche, pasando la tarde, jugando videojuegos, viendo la tele, consultando los chats, de camino al colegio, antes de dormir. Todos los momentos cuentan y son valiosos. El sentido del humor, el hablar absolutamente de todos los temas con franqueza, el desnudar el alma cuando se convive con los hijos y con el cónyuge, el ponerse cómodos y sin posturas, siendo quien se es pero dispuesto a aprender y a escuchar al otro, dispuesto a reconocer los propios errores y a mejorar, es la mejor manera de que todos en la familia se desarrollen y sean exitosos, florezcan y den buenos frutos.