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Importancia del teatro en la escuela

Escrito por Joaquín Cruz Lamas | 29-sep-2017 10:00:00

Cuando recién había llegado a la universidad, prácticamente en mi primer día de clases, una de las primeras cosas que hice fue dirigirme al departamento de arte y cultura para pedir informes sobre la compañía de teatro. 

Me dijeron que podía asistir al siguiente ensayo ese viernes, y así lo hice. Siendo honesto, en esos primeros días dudaba seriamente sobre entrar a la compañía de teatro o al coro; lo único que sabía era que quería hacer una actividad cultural. No me imaginé que ese “hobby”, esa mera “actividad cultural”, que pensaba usar como medio para relajarme del estrés de la vida universitaria (prácticamente inexistente cuando estudias filosofía y te apasiona lo que haces), se convertiría en una pasión a la que le he dedicado, hasta la fecha, cinco años de mi vida.


William Shakespeare

Uno pensaría que, siendo una actividad de esparcimiento, entrar a un grupo de teatro va a ser una experiencia divertida, simpática, acogedora, relajante… en pocas palabras: linda. Pero de lindo el teatro tiene poco, al contrario de lo esperado sudas, sufres, te angustias; pasas hambres, penas, iniquidades, incomprensión y dolores; implica mucho sacrificio y muchísima, pero muchísima, entrega, como pocas cosas en esta vida. Sin embargo es increíblemente estimulante, retador y desafiante y, también hay que decirlo, gratificante. Sin lugar a dudas una de las mejores experiencias de mi vida y que jamás me va dejar incluso si termino mis días recitando Shakespeare y Cervantes en una cantina.

Nikolaus Harnonourt

No, mi querido amigo, entrar a teatro no te hace un masoquista, te hace enfrentarte contigo mismo, con la naturaleza humana y con lo inefable que hay en ella y que sólo he logrado comprender estando en la piel misma de mis personajes. Puedo asegurar que hasta la fecha se me hace un nudo en la garganta al escuchar la Marsellesa, o las canciones del musical de los Miserables, luego de haber interpretado a uno de los estudiantes de la revuelta. Todavía me sé de memoria bendiciones en hebreo, luego de hacer de rabino en El violinista en el tejado. Este arte tiene lo que el director de orquesta Nikolaus Harnonourt quería hacer brotar de la música: es un arte vivo, no es lindo, es a veces doloroso y a veces perturbador, pero lo es por las razones correctas, porque te enfrenta con la verdad.

La Poética de Aristóteles

Como lo dice Aristóteles en su tratado La Poética, te permite hacer catarsis, un proceso que es purificador y edificante. Diría yo que te hace establecer una reconciliación con la realidad, viéndola muchas veces desnuda cara a cara, tal como es. Pero, y esto es lo irónico, de cierto modo nos muestra lo real a la luz de lo ideal, a veces exagerando ciertos aspectos de la condición humana y a veces ofreciendo esperanza en la miseria. También la comedia es parte importante del teatro, como bien dice Hegel, la gran ventaja de esta es que presentándonos una caricatura nos hace ver lo que realmente somos y nos acerca a la verdad.

Cierto es que participar en teatro te dará grandes ventajas formativas; debería ser una parte esencial de la educación. Pero las razones van mucho más allá de las habilidades técnicas que uno adquiere, las cuales, empero, no deben de ser desechadas e incluyen elocuencia y fluidez, presencia escénica, habilidad verbal, memoria, capacidad de hablar frente a un público, capacidad de improvisación, desarrollo de habilidades sociales, análisis y uso de expresión corporal, etc. Las razones de fondo están más bien en el modo en que uno aprende a ver la realidad y a verse a sí mismo dentro de ésta. En teatro se aprende además a trabajar en equipo, de tal manera que se logra establecer una unidad entre los miembros que los convierte casi en una misma entidad. Se aprende el valor de preocuparse por el otro y buscar su bien antes que el tuyo, porque es bien importante destacar que el actor que trabaja individualmente, como si fuese el centro de atención, no sólo se vuelve un dolor de muelas, sino que además nunca logra trabajar en equipo y, consecuentemente, no logra tampoco sacar el proyecto adelante.

La educación y el teatro

En resumen, nuestra educación debería de tener la puerta más que abierta al teatro porque participar en él va mucho más allá de aprenderse diálogos de memoria y hacer ejercicios recreativos. Este tipo de educación te deja bien grabado el valor del trabajo y el esfuerzo. Más importante aún es que, bien hecho esto, te convierte en una persona generosa, te saca de aquello que llaman tu zona de confort y te obliga a ponerte en los zapatos del otro. También hay que mencionar que el público juega aquí una función sumamente importante: es quizá con ellos con quien más se ejercita la generosidad, puesto que sales a escena, literalmente, a jugarte la vida con tal de darles algo valioso. Y no hay que olvidar que si antes no hubo un buen trabajo en equipo no habrá tampoco un resultado que entregar al público. Estas enseñanzas son las que me ha dejado el teatro, y son la razón por la que sugiero que la gente se acerque a él y que lo asimilemos como un componente fundamental de nuestra educación.