La definición de esta virtud que expone el Dr. David Issacs es:
“En su trabajo y en las relaciones con los demás, recoge una información que enjuicia de acuerdo con criterios rectos y verdaderos, pondera las consecuencias favorables y desfavorables para él y para los demás antes de tomar una decisión y luego actúa de acuerdo a lo decidido” (Issacs, 1985)
Con base en esta definición del Dr. David Issacs, la prudencia es una de las virtudes más importantes para el personal que ejerce la autoridad en la empresa. Ya que al trabajar con información verdadera, tomar decisiones y actuar en consecuencia provoca que el personal viva con la confianza en sus líderes y se comprometa con ellos.
Reforzando lo anterior, el Dr. Carlos Llano afirma que el trabajo de un empresario y/o director debe destacarse principalmente por la virtud de la Prudencia.
Él dice que el Saber prudencial es la experiencia acumulada actuando de forma cuidada y constante en su función directiva aplicando esta virtud.
Es importante educar en el empresario y directivo estas conductas:
Probablemente sea LA VIRTUD MADRE de los directivos.
Teniendo educada esta virtud, la organización podrá tener mucha probabilidad de éxito y crecimiento en sus mercados y podrá permanecer en el tiempo.
La prudencia necesita desarrollo intelectual para el discernimiento y el juicio. Este desarrollo intelectual de todos sus integrantes deberá cuidarlo la empresa permanentemente. Debemos propiciar en la empresa mecanismos educativos que le permitan al personal conocer y analizar la realidad de cada situación para partir de ese conocimiento objetivo. Para lo cual necesitamos desarrollar las siguientes capacidades de todo el personal:
La prudencia necesita desarrollo volitivo que implica el autocontrol y también la decisión de expresar y actuar lo que se debe y cuando se debe.
Como se ve, para el logro de esta virtud se requieren programas educativos específicos y que contemplen la realidad de cada empresa, de cada área y de cada persona.
Si eres un directivo y/o tienes personas a tu cargo y decisiones importantes que tomar, recomiendo que te preguntes constantemente lo siguiente: ¿Qué consecuencias tendrá la decisión que estoy a punto de tomar? ¿Cuál es la información objetiva (hechos) con la que cuento y cual la subjetiva (opiniones)? ¿Qué me sirve y que no me sirve para alcanzar el objetivo propuesto? ¿Estoy capacitado para tomar la siguiente decisión o sería mejor pedir consejo?
Si adquieres el hábito de preguntarte lo anterior, tus decisiones serán más certeras y cometerás menos errores que te afecten a ti personalmente y a tu negocio.
Texto tomado de la disertación académica: “La Filosofía de Santo Tomás de Aquino aplicada al proceso de asesoría y de consejo personal a directivos”, escrito en 2015.