Comparto con el lector algunas de las medidas propuestas por el profesor John M. Elegido, de Lagos Business School en Nigeria, para el combate a la corrupción tanto en el sector público como en el privado.
El fenómeno de la corrupción no está restringido al sector público. Siempre que un individuo tiene un poder de decisión discrecional, y su forma de ejercerlo puede afectar positiva o negativamente los intereses de otros, existe la posibilidad de incurrir en corrupción. Y esto se da a menudo entre los empleados de las organizaciones privadas.Las situaciones corruptas típicas en el sector privado son similares a algunas de las del sector público (así, la situación de un director de compras que entra en relación de negocio con un proveedor externo puede convertirse en oportunidad de corrupción). Sin embargo, hay diferencias significativas, y prestarles atención puede proporcionar criterios útiles adicionales en el diseño de estrategias eficaces para combatirlas. Por ejemplo, la promulgación y aplicación de normas legales o reglamentarias no existen en el sector privado, pues en éste no se tiene la oportunidad de regular la conducta de otros.
Por otra parte, las crecientes dificultades que derivan de un entorno cada vez más competitivo han colocado a una gran mayoría de empresas del sector privado, en una situación que cierra muchas vías de corrupción (en el ejemplo citado, cuando más de un comprador compite por la oferta del proveedor o viceversa, hay más probabilidad de que el corrupto quede marginado, por el costo adicional que su abuso supone para la contraparte, y que la amplitud de alternativas pueda evitarle).La lógica de ello es la siguiente: cuanto mayor es la competencia que existe en un mercado, tanto más los participantes en ese mercado tienen que controlar sus costos y tanto menor será entonces el nivel de corrupción.
Contra esto atenta la existencia de islas de poder monopólico, pues éstas crean oportunidades de corrupción al hacer que los directores intenten apropiarse, personalmente, parte de los beneficios de monopolio de que gozan organizaciones en las que trabajan.A pesar de lo anterior, no es suficiente apostar a la competencia del mercado para eliminar las situaciones de corrupción en el sector privado, como tampoco se puede creer que las medidas propuestas para reducir la corrupción en el sector público se sostienen por sí solas.En tanto los estándares éticos no lleguen a formar parte de la cultura de una sociedad, los remedios contra la corrupción y las diversas formas para controlarla estarán siempre amenazadas por la voluntad de corromperse que permanece más o menos latente en los individuos. Insistimos: extirpar la corrupción exige un cambio de hábitos.
*Publicado originalmente en el periódico El Financiero el 3 de diciembre del 2004.
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