Fuera de que una persona se “tenga” que comportar éticamente dentro de una empresa para evitar ser sancionado, ¿qué otra utilidad tiene la ética? ¿contribuye a la rentabilidad del negocio?
Según Carlos Llano Cifuentes, fundador del Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa (IPADE): “Uno de los problemas éticos de las organizaciones es el desconocimiento acerca de lo que debe entenderse por ética y los alcances que ésta posee para la vida del hombre y de la organización”.[1]
Mientras el término permanezca ambiguo, las personas no tendrán claridad sobre cómo comportarse en sociedad y en la empresa. Y lo que es peor, inventarán su propio significado del término de acuerdo a su conveniencia, abriendo la puerta hacia el relativismo y la indiferencia por la búsqueda de la verdad.
“La filosofía clásica ha definido la ética como el saber que contiene las disposiciones necesarias para que el hombre se desarrolle a plenitud y alcance una vida lograda”.[2] La ética establece parámetros de conducta que permiten una convivencia sana y respetuosa entre los individuos.
La palabra ética viene de la palabra griega ethos, que significa carácter. El desarrollo del carácter de los trabajadores, sin duda, será el éxito más grande de la empresa. En realidad, la utilidad de la ética no puede ser medida con los mismos parámetros con los que se mide una estrategia comercial. Conocemos muchas empresas que tienen altos márgenes de utilidad y, sin embargo, sus prácticas esconden mecanismos poco éticos. Sin embargo, esta puede medirse por el desarrollo de las personas que trabajan en ella.
Si los trabajadores de una empresa se desarrollan a plenitud y alcanzan una vida lograda, el desarrollo de la empresa crecerá al mismo tiempo, lo cual se podrá ver reflejado en el clima laboral, la satisfacción de los clientes, la disminución de la rotación, y en el incremento de las ventas.
[1] LLANO CIFUENTES, Carlos: Dilemas éticos de la empresa contemporánea, Fondo de Cultura Económica, México, 1997, p.15
[2] Ibid, 15.
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