Carlos Llano es tajante al declarar que “La pregunta no es: ¿cómo hay que presentar los bienes para que sean requeridos? (…) La pregunta es ¿qué bienes deben ser requeridos?[1]

Existen multitud de libros sobre tácticas para motivar y persuadir y Llano advierte que “es una lástima que los teóricos de la motivación en las organizaciones (…) polaricen su atención en aspectos periféricos del hombre, marinando sus verdaderas fuerzas motivadoras que radican en las posibilidades del despliegue del espíritu.[2]

LOS ALICIENTES MÁS PODEROSOS

Por contraste, en Análisis filosófico del concepto de motivación, Llano lleva al lector a bucear en las aguas profundas de las raíces de la motivación a la luz del fin del hombre, su naturaleza y facultades. Nos recuerda que los bienes comunicables, que son infinitos por naturaleza son también los “alicientes más poderosos” (la virtud como fin, la salud como prevención de un impedimento, los bienes exteriores como instrumentos y lo amigos como expansión).[3] Dichos bienes predisponen a la felicidad, y siguiendo a Aristóteles, Llano afirma: “lo que real y objetivamente motiva al hombre es su felicidad”.[4]

Los primeros capítulos –más especulativos- presentan los elementos de la motivación y la persuasión. Y Llano advierte que quien pretenda motivar, debe      – paradójicamente- renunciar a mover efectivamente la voluntad de otro, pues sólo la voluntad misma de dicha persona es la causa eficiente del acto voluntario[5], y señala que motivar no es más que “incidir en la decisión surgente: meter en otro las razones y motivos para que quiera y tienda a una determinada cosa”.[6]

Asimismo, concluye que la mayor fuerza motivadora para presentar alicientes y disponer al otro para moverse hacia el bien, se da en un marco de amistad y concordia, o gracias a la solidaridad de un líder auténtico que favorece la coincidencia de fines.

La segunda parte de esta obra –de corte mucho más práctico- presenta dos tipos de organizaciones: las que se centran en motivaciones de tipo asociativas o de inclusión, denominadas S (subsistencia, seguridad, salud, sabiduría, solidaridad, servicio, ser), y las que favorecen las motivaciones disgregadoras o de rango, también llamadas P (posesión de bienes materiales, posición social, poder sobre otros, preponderancia, prestigio y popularidad). A través del relato y análisis de dos casos reales, apunta las ventajas y riesgos de estos dos sistemas, llegando a conclusiones prácticas y de fácil aplicación.

Análisis filosófico del concepto de motivación, publicado por la Universidad de Navarra, retoma los conceptos vertidos en El empresario ante la responsabilidad y la motivación (McGraw-Hill, 1991) –hoy no disponible- al cual sustituye y mejora. Pocos días antes de su partida, Carlos Llano recibió los primeros ejemplares de esta obra en su oficina. Su profundidad y cercanía arroja mayor luz a nuestras motivaciones y aquellas de quienes nos redean, y nos permite reflexionar sobre lo que verdaderamente nos mueve pues, como señala el propio autor, “lo que hace grande al individuo es el bien que quiere”.[7]

                                                                                                                                                                                                                                                                                                             Cristina Sousa Bravo

 

[1] Llano, Carlos. Análisis filosófico… p.45

[2] Ibid, p.56

[3] Ibid, p.59

[4] Ibid, p.53

[5] Cfr. Tomás de Aquino, Q. De Malo. Q.3,a.3 c; cfr. También S. Th. I-II, q.9, a.2, ad 3um

[6] Llano Carlos. Análisis de la acción directiva, Limusa, México, 15va. Reimp.2007, p. 237

[7] Llano, Carlos. Análisis filosófico … p.21