Para unos, el dirigir se polariza en la toma de decisiones, y su aprendizaje se apoya preferentemente en las matemáticas y en la computación electrónica. Para otros, al director le corresponde especialmente el mando de hombres, y su base discurre por el camino de la política y la psicología. Carlos Llano considera que la dirección no puede definirse ni por lo uno ni por lo otro, pues ambos, la decisión y el mando, constituyen ingredientes insustituibles de todo trabajo. Para Llano, en cambio, la función de la dirección consiste en el ejercicio de síntesis en la toma de decisiones y en el mando de hombres. Esa acción de síntesis no sigue reglas fijas conocidas y por tanto no pertenece al campo de la ciencia (leyes generales y fijas) sino al de la prudencia: la capacidad de acertar ante cada situación concreta.
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Es una iniciativa que, a través de un enfoque interdisciplinario, busca continuar la obra iniciada por el doctor Llano en el campo de la investigación, difusión y docencia.