Familia y Sociedad

El futuro: co-creando juntos

[fa icon="calendar"] 17/10/19 11:39 / por Alejandra Moreno

 

Cátedra Carlos Llano UP-IPADE

1.- Familia: núcleo de complementariedad

Es muy común encontrar en el lenguaje reflejos culturales de las sociedades. La construcción de un término se realiza en un contexto, bajo pautas condicionantes que lo consolidan, y comienza a ser un referente para la descripción de una realidad generalizada en el marco lingüístico de terminología.

Por ejemplo, la Real Academia Española define <<crianza>> como la acción y efecto de criar, especialmente las madres o nodrizas mientras dura la época de lactancia. Mientras que el término parenting o nurturing, que es la traducción directa del término crianza, se define como el cuidado y la atención dada a alguien o algo que está en crecimiento o desarrollo.

Tradicionalmente se adjudica el rol de crianza a las mujeres, tal y como el término establecido lo puntúa. Históricamente, es una constante en la vida de las mujeres ser las únicas responsables del cuidado del hogar, de los niños, de los enfermos y de personas de la tercera edad. Mientras tanto, el rol de los padres o de los hombres en el modelo familiar tradicional es proporcionar a la familia los recursos necesarios para vivir de forma acorde a su estilo de vida. Los hombres, tradicionalmente, fungen un rol de benefactor o proveedor. Los roles de los padres en los proyectos familiares comunes tienen una clara división:

Mama = crianza

Papá = sustento

Pero ¿qué pasa cuando el contexto cambia y la división ya no es clara ni eficiente o no favorece a la familia?

Los roles evolucionan en la medida en que las necesidades de los padres y los hijos cambian.

No obstante, la solución no recae en la simple reinversión de los roles; madres que sustentan y padres que crían, sino en compartir las funciones. El compartir las responsabilidades de crianza y de sustento permite que los padres se sientan capaces de hacer más por su familia sin desatender o relegar sus necesidades personales. Por ejemplo, compartir funciones dará mayor espacio físico y mental para que más mujeres busquen carreras profesionales, y dará a más hombres la posibilidad de pasar más tiempo de calidad con su familia y ser parte más activa y formativa de su proyecto familiar.

Este nuevo paradigma social busca una dinámica de conciliación y complementariedad entre las cabezas del hogar para lograr un punto de convergencia entre el trabajo y la familia. Cada hogar debe diseñar su propio mundo y sus propias reglas sobre la distribución del trabajo doméstico, partiendo, por supuesto, de hacer tareas que les gusten a ambos, y desechando la idea de que son sólo las mujeres quienes deben ser responsables de la casa. Hay que romper paradigmas: que los hombres asuman que ésta no es una ayuda, ni una participación, sino una tarea que debe ser asumida como una corresponsabilidad. La co-creación permite que cada individuo mantenga su individualidad y que, al mismo tiempo, sea parte activa de algo más grande, de una vida plena y feliz.

2.- Familia vs. Yo vs. Trabajo

Son incontables las ocasiones en las que mujeres viven realidades que las enfrentan a comentarios y aseveraciones que critican o estigmatizan su decisión respecto a su proyecto de vida: <<las mujeres que trabajan descuidan y abandonan a sus hijos>> o <<ser mamá es un trabajo de tiempo completo: no se puede hacer nada más>>. Las opiniones populares respecto al rol de la mujer en la sociedad son evidenciadas en toda oportunidad: <<si te preocupas por tus necesidades e intereses, estás descuidando a tus hijos, ésta es la forma correcta de ser madre; sentir deseos de quedarte en casa con tus hijos es falta de inteligencia, motivación o capacidad; sentir deseos de salir a trabajar es falta de amor o compromiso hacia tus hijos; si pides ayuda, no eres buena madre; la crianza de los hijos impide a las mujeres llegar a la cima; tu trabajo va a traumar a tus hijos; no vas a estar en momentos especiales, tus hijos van a ser criados por alguien más y no tú.>>

Esta <<sabiduría popular>> genera, de forma paralela e inconsciente, un paradigma fijo en el rol de la mujer en la sociedad, que establece funciones y labores que la mujer debe asumir; son expectativas y exigencias dentro de los núcleos familiares y sociales a través de las generaciones.

La decisión de la mujer de quedarse en casa o trabajar dependerá exclusivamente de sus motivaciones y aspiraciones personales, del proyecto de vida que se haya planteado para ser plena en las diferentes dimensiones que conforman su vida, y del proyecto familiar creado con su pareja para el bienestar de los hijos.

Pero ¿qué pasa cuando este paradigma en el rol de la mujer se desfasa de su realidad?

Todos los días más mujeres y hombres se gradúan de universidades en busca de carreras profesionales de alto rendimiento y proyecto familiares ambiciosos. Este talento considera que, lejos de ser proyectos excluyentes son complementarios; toda persona satisfecha y plena será mejor profesionista, mejor papá o mamá, mejor ciudadano, mejor líder… mejor persona.

Las empresas requieren de talento que innove y rompa paradigmas en los modelos de negocios para ampliar sus márgenes de competitividad e incrementara su impacto económico. Este talento -agente de cambio- busca su desarrollo en espacios y vivencias enriquecidas por la diversidad y la inclusión, la multiculturalidad y la globalidad, la flexibilidad y la interdisciplinariedad, la creación y la imaginación. Todos los días adoptan estilos de vida que les permiten el desafío de sus habilidades, la inclusión de sus pasiones y sueños, y la convicción de trabajar para una causa que le de sentido a su vida.

La mentalidad sobre los roles que deben asumir hombres y mujeres en la familia y el hogar se está transformando. Es necesario dejar atrás el paradigma que sustenta que el cuidado de los hijos es sólo responsabilidad de la mujer, y que el varón también quiere ser partícipe y actor activo del cuidado y educación de los hijos.

3.- El juego ha cambiado…los jugadores también

Las empresas, las familias y la sociedad en general tienen la responsabilidad de reconocer la individualidad de cada proyecto de vida: familiar y profesional. Su rol no sólo se limita al reconocimiento de una realidad común, sino que se expande a asumir su labor como andamio de apoyo, crecimiento y desarrollo de ideas, proyectos y personas.

Hoy existen nuevas necesidades, exigencias y expectativas que cambian el paradigma de lo que es ser padre de familia, ser profesionista… ser persona.

Artículo extraído del libro Prosperidad incluyente: el talento femenino como estrategia de negocios, colaboración entre el Centro de investigación de la Mujer en la Alta Dirección del IPADE y American Express. pp.109-113.

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Topics: Familia y empresa, Valores familiares

Alejandra Moreno

Escrito por Alejandra Moreno

Alejandra Moreno es consultora independiente de diversas empresas.

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