Familia y Sociedad

La Ilíada, escuela de matrimonio y familia

[fa icon="calendar"] 25/05/18 10:30 / por Gabriel González Nares

 

Cátedra Carlos Llano UP-IPADE

El canto VI de la Ilíada es una de las primeras, y más bellas, imágenes de la familia en Occidente. Héctor regresa a Troya, empolvado y al frente de las tropas. Andrómaca, su esposa, lo espera junto con las esposas de los troyanos. Él corre a buscarla a palacio, pero ella lo estaba ya esperando junto a la muralla. Intuición femenina, prisa masculina. El encuentro entre ambos esposos es famoso como un ejemplo de la complementación entre el hombre y la mujer. De modo que el coloquio entre ambos esposos es una deleitante lección de madurez y de construcción matrimonial y familiar. De modo que la Ilíada no es sólo una escuela de combate, de piedad o de masculinidad, sino de vida matrimonial y familiar.

Las bellas palabras de amor y de fragilidad compartida que se dicen Héctor y Andrómaca hablan sobre el valor intrínseco de la familia. Hay en ellas una atmósfera de grandeza de lo pequeño. De brillo en lo común. De importancia de lo frágil. En todo el coloquio se ve la importancia del matrimonio y de la familia como pilar de la sociedad. Esto, quizás por primera vez en Occidente. Es así que este pasaje es una ventana privilegiada donde se ve que la familia, sobre la piedra del matrimonio, sirve para engendrar, formar, proteger y honrar a individuos igualmente frágiles que valiosos. Podemos resaltar la centralidad del matrimonio y la familia como ejes de felicidad en estos tres puntos:

1) Esposo y esposa: los compañeros diferentes y virtuosos

Héctor y Andrómaca se encuentran. Son jóvenes pero ya tienen responsabilidades y un hijo. Son el modelo de virtud en la ciudad: un esposo y príncipe protector de la ciudad; una esposa y formadora de familia. El éxito del matrimonio de los príncipes troyanos recae en el reconocimiento de su propia debilidad y en la mutua capacidad de soporte que ambos se dan. Héctor y Andrómaca son mortales. No tienen una vida como la de los semidioses. No aparentan tener virtud con una falsa fortaleza fingida en la vida cotidiana. Al contrario de esto, la fuente de la virtud de ambos es, por una parte, el mutuo reconocimiento de su fragilidad humana, y por otra, la mutua disponibilidad a apoyarse mutuamente.

Es por eso que Andrómaca se preocupa cuando Héctor le indica que, por defender a Troya, ha de encontrar la muerte. Héctor, como hombre virtuoso, sabe de su debilidad y que no es un enemigo parejo ante Aquiles, ante el que ha de morir. Andrómaca sabe que su marido ha de morir eventualmente a manos de Aquiles y, llorando, le pide que deje el combate para estar cerca de su familia. Andrómaca, con mentalidad de esposa y madre, pone como un valor mayor lo privado que lo público, lo doméstico que lo civil. En Héctor reconoce Andrómaca no sólo una marido, sino una familia nueva: “un hermano, un padre” (VI, 430) y con esto, Andrómaca asume a Héctor como sangre de su sangre y le otorga la familiaridad sin que deje de ser su marido. Por otra parte, Héctor responde a Andrómaca diciendo que sólo en él y en su deber está la esperanza de Troya, por lo que es necesario que vuelva al combate. Héctor considera más valioso lo público que lo privado. Lo civil que lo doméstico. Sin embargo, insta a su esposa a que retome sus actividades diarias, a que “hile en la rueca, cuide al niño, etc.” para que con este trabajo se apuntale la victoria que asegure la paz de la ciudad y de la familia. Notemos cómo ambos esposos tienen puntos de vista diferentes, pero ambos se apoyan mutuamente a ser excelentes en lo que consideran que cada uno necesita. Así, desde sus diferencias son complemento mutuo y se dejan construir entre sí.

2) En la familia las fallas son un motivo de trabajar en la excelencia cotidiana

Tanto Héctor como Andrómaca saben sus debilidades como individuos. Ella sabe que es vulnerable en el combate. Él sabe que ella sufre por la posibilidad de quedar desamparada. Este conocimiento desemboca en un mutuo apoyo más que un miedo constante. Si hubiera un miedo constante no habría capacidad de virtud. Por el contrario, la confianza es lo que corona el conocimiento de las debilidades entre los esposos.

Héctor y Andrómaca convierten su vida diaria en la oportunidad de trabajar sobre sus fallas sin que exista un ambiente de presión o de miedo. La cotidianidad y la confianza se convierten en los vehículos para expresar una intimidad fructífera, no sólo en lo biológico, sino en lo práctico, pues la capacidad de ver en el cónyuge un constructor de la virtud mía genera el deseo reflejo de llegar a ser una herramienta constructiva de la suya. Esta es la intimidad que da frutos pues conocer las debilidades para repararlas y genera la confianza para ponerse en manos del otro.

3) La grandeza de lo humano se ve en la fragilidad cotidiana

Por último conviene mencionar que este pasaje contiene una bella imagen en la que se ve el aprecio de la fragilidad humana como un don. Héctor y Andrómaca juegan con su hijo Astianax, que es un bebé de meses. Héctor va con el casco puesto y el niño se asusta, lo que desata la risa de sus padres: “El pasaje dice “ἐκ δ᾽ ἐγέλασσε πατήρ τε φίλος καὶ πότνια μήτηρ” lo cual se traduce como “Sonriéronse el padre amoroso y la madre veneranda” (VI, 471)

Con esta risa los padres muestran no un desprecio, sino la gracia que su hijo les causa. A pesar de ser pequeño y débil, reconocen con empatía su capacidad de hacerlos reír. La empatía se convierte en el lenguaje del aprecio familiar expresado en risas.

Con estos tres puntos vemos cómo el matrimonio de Héctor y Andrómaca es fructífero, tanto en lo práctico como en lo familiar, y es adecuado en tal grado que se convierte en el matrimonio modelo de las familias de Troya. De tal modo la familia va adquiriendo, por vez primera, las condiciones por las que el individuo puede ser generado, amado, respetado y formado con virtud.

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Topics: Familia, Valores familiares, Mitología Griega, Jerarquía de valores

Gabriel González Nares

Escrito por Gabriel González Nares

Gabriel González Nares es maestro en Filosofía Antigua por la Universidad Panamericana, México y licenciado en Filosofía por la misma universidad. Ha sido profesor de filosofía en el Colegio Montreal y en el departamento de Humanidades de la Universidad Panamericana, donde, en la actualidad, es profesor investigador de tiempo completo en la escuela de pedagogía. Ha asistido a congresos sobre filosofía medieval en Santiago de Chile, Nueva York, París y Atenas. Se interesa por la filosofía de la educación, la metafísica y la Dialéctica medieval, especialmente en la transición de la Antigüedad tardía a la Alta edad media latina. Es miembro de la Asociación filosófica de México y columnista en la Cátedra UP-IPADE Carlos Llano.

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