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¿Resiliencia o fortaleza?, dos modos de ser resistente

[fa icon="calendar"] 08-ene-2020 9:54:48 / por Gabriel González Nares

 

Cátedra Carlos Llano UP-IPADE

¿Eres resiliente? En los últimos años, la virtud de la resiliencia se ha puesto de modo en ámbitos laborales y de capacitación. Es una palabra mágica, que en boca de gurúes y coaches, abre la mentalidad de muchos empleados al cambio y a la paciencia. El giro de la cultura laboral hacia el cultivo de la interioridad es admirable. Apuesta por prevenir el estrés, y por el manejo racional y calculado de las dificultades diarias.

Sin embargo, esta cultura de la paciencia y de la medición de las dificultades tiene un trasfondo muy antiguo. El cultivo de la capacidad de resistir con entereza y flexibilidad ante las adversidades fue uno de los principales intereses de la filosofía clásica. De hecho, para el sabio clásico, lo más valioso de la filosofía no es su contemplación estéril del cosmos, sino su fruto de paz y de excelencia concreta e individual: el ser humano excelente es el virtuoso, el capaz de mostrar el ejercicio óptimo de sus capacidades en las condiciones más desfavorables. El virtuoso es el sabio, el moderado, el justo, el fuerte.

Una breve reflexión sobre la capacidad de resistir, hecha desde la perspectiva de la tradición griega clásica permite ver que nosotros, humanos posmodernos, tenemos los mismos problemas que los antiguos, y que podemos aprender de sus vivencias. Hay un problema que separa nuestras perspectivas: ¿entendemos lo mismo cuando los antiguos se refieren a la fortaleza y nosotros a resiliencia? Hoy los coaches laborales hablan de la resiliencia. Platón y Aristóteles hablaron de la fortaleza. ¿Son lo mismo?

Quizás no es más que un problema del lenguaje. Es probable que, en la niebla de los siglos, las palabras dejen de tener un significado estable; pero que la experiencia humana sea la misma. El primer ejemplo de fortaleza que tienen los clásicos es el de los héroes de las épicas de Homero. Los guerreros como Aquiles o Héctor son virtuosos porque deciden resistir a las adversidades, saben cómo hacerlo y tienen un porqué que da sentido a su sacrificio. Esta excelencia practicada concretamente es la fortaleza (andreia) La filosofía posterior, tanto platónica, como aristotélica, o estoica, retomó la reflexión sobre el significado de la fortaleza, pero hizo énfasis en la capacidad de decisión del fuerte. De hecho, el virtuoso decide serlo. Le cuesta trabajo al principio. Cultiva esa capacidad que hace crecer. No resiste por naturaleza, sino que llega a ser resistente cuando antes no lo era. O, al menos, no tanto.

El distintivo de la fortaleza está en la decisión, en la planeación y en el cuidado. Por eso, el que practica la fortaleza llega a tener la marca de la madurez. Llega a ser como un hombre maduro que tiene andreia, no tanto por su condición de varón, sino por su condición de adulto.

La resiliencia, por otra parte, parece tener connotaciones de adaptación más naturales que cultivadas. Resiliencia es la capacidad de un animal para adaptarse a un ámbito desfavorable. También es la capacidad de un material para resistir cierto impacto enérgico sin deformarse; puesto que resiliencia viene del latín resilīre, que significa 'saltar hacia atrás, rebotar', 'replegarse'. Ser resiliente apela más a los instintos que a la decisión o a la planeación. Los vivientes y los materiales más bien reaccionan, que deciden resistir. Lo hacen por su propia naturaleza. Tienden a adaptarse para sobrevivir.

De modo que, ¿qué es mejor? ¿Tener resiliencia o tener fortaleza? Parecería que la resiliencia es una cosa más primitiva, como de animales o piedras, y por tanto, menos deseable. Sin embargo no hay que olvidar que nuestra naturaleza humana tiene cierta materialidad y animalidad. Es bueno ser resiliente, en tanto en cuanto la resiliencia nos lanza a rechazar los embates del mundo con fuerza natural. Sin embargo, no por eso olvidamos la fortaleza. Cuando somos resilientes encaramos, como por reacción, las adversidades de la vida. Cuando somos fuertes, decidimos racionalmente usar nuestros instintos naturales para convertirlos en hábitos óptimos por medio del cálculo y de la repetición. La resiliencia y la fortaleza son complementarias. No podría existir una buena fortaleza sin las condiciones previas de la naturaleza. De modo semejante, no sería plena la resiliencia si no entrara al ámbito humano del cálculo, el cultivo y la repetición esperanzada.

Una síntesis de estas dos capacidades humanas la ofrece Marco Aurelio, el emperador filósofo, que también fue ciudadano, padre de familia, comandante y sabio. En sus palabras encontramos la simplicidad profunda que nos invita a perseverar ante las adversidades de la vida, sin desconfiar de nuestros instintos, ni de nuestro diario autocultivo:

“No renuncies, no te desanimes, no desesperes si con frecuencia no consigues ajustarte en todas tus acciones a los rectos principios; antes bien, rechazado, vuelve a la carga y date por satisfecho con que tus actos en su mayoría sean dignos de un hombre. (…) De este modo no tendrás por qué hacer alarde de tu obediencia a la razón, sino que hallarás en ella reposo.”[1]

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[1] Marco Aurelio, Pensamientos, V, 9, Trad. Antonio Gómez Robledo, UNAM, México, 1992.

Topics: Virtudes, Fortaleza, Resiliencia, Marco Aurelio

Gabriel González Nares

Escrito por Gabriel González Nares

Gabriel González Nares es maestro en Filosofía Antigua por la Universidad Panamericana, México y licenciado en Filosofía por la misma universidad. Ha sido profesor de filosofía en el Colegio Montreal y en el departamento de Humanidades de la Universidad Panamericana, donde, en la actualidad, es profesor investigador de tiempo completo en la escuela de pedagogía. Ha asistido a congresos sobre filosofía medieval en Santiago de Chile, Nueva York, París y Atenas. Se interesa por la filosofía de la educación, la metafísica y la Dialéctica medieval, especialmente en la transición de la Antigüedad tardía a la Alta edad media latina. Es miembro de la Asociación filosófica de México y columnista en la Cátedra UP-IPADE Carlos Llano.

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