Academia

Sigue tu vocación

[fa icon="calendar"] 16-feb-2018 9:00:00 / por Ernesto Bolio y Arciniega

 

Cátedra Carlos Llano UP-IPADE

La vocación es como una llamada que creemos percibir en cierta época de nuestra vida, y que nos guía por algún camino determinado. Pero la palabra vocación tiene un sentido más profundo y más amplio cuando la empleamos para designar una llamada de la vida misma. Todo hombre está llamado a vivir su vida, antes que llamado a vivirla según un cierto camino y una forma particular. Por ello podemos decir que el hombre es el ser de la vocación, porque la vida no la recibe hecha, sino como posibilidad, porque el desenvolvimiento y formación de su vida es obra del carácter, el cual sólo es posible a través del ejercicio pleno de la libertad.

La idea es, entonces, que todo ser humano tiene la libertad de hacerse a sí mismo y el deber de ser propiamente humano. Capacitar el oído interior para captar el mensaje de esa voz que nos llama a ser humanos, es decir, a ser mejores y orientar nuestra vida hacia el bien; y luego de haberla captado, considerar esta vocación como esencial e irrenunciable.

El hombre que ha recibido este mensaje (el que tiene conciencia de la condición humana y de sus fines), no cumple solamente haciendo de sí mismo su propia obra, sino que ha de cumplir también con una misión que trasciende la esfera de su individualidad, pues la relación vital de unos hombres con otros adquiere el carácter de una relación educativa. Por esta razón, la capacidad de formarse a sí mismo implica la misión de formar a los demás, de capacitar a cada uno para que, volviendo a su propio interior, pueda también escuchar ahí el mensaje de esa voz que todos llevamos dentro.

La vocación personal, por tanto, puede revestir varias modalidades: ya sea como un cambio de actitud en el trabajo mismo, un cambio de carrera o empleo, e incluso, un nuevo estilo de vida. En este libro nos centraremos en la vocación profesional.

Hablamos de vocación profesional para distinguirla de un trabajo profesional, un oficio, una labor profesional, porque creemos que hay una diferencia sustancial entre ambas denominaciones.[1] Tener vocación profesional supone una llamada interior, un impulso que viene desde lo más profundo de la persona que le lleva a realizar una tarea.

La persona que tiene vocación vence su natural inclinación por buscar el placer y evitar el dolor, y la enfoca a aquello que considera su vocación y que está relacionado directamente con la misma. Los individuos que tiene clara su vocación personal acometen y soportan lo que implica la obtención de su sabor.

La vocación profesional, por tanto, tiene características de las que carece el simple desempeño profesional, porque aquélla ha de ser vista como una misión, como un trabajo cuyo sentido va más allá de la simple realización de un quehacer. Dentro de esas características están las siguientes:

  • Actitud que manifiesta con claridad lo que se quiere (la acción puesta en marcha, no sólo su anhelo).
  • Pasión por lo que se hace, es decir, una fuerza interior motivadora que mueve al individuo a realizar dicha tarea.
  • Entrega total sin restricciones.
  • Trabajo intenso que no conoce descanso ni reposo.
  • Disciplina para poner los medios adecuados y proporcionados.
  • Fuerte atracción a poseer eso que se quiere.
  • Diligente disposición a la acción.
  • Sacrificio en aras de la realización de la vocación, es decir, renuncia a muchas otras cosas satisfactorias y gratificantes.

Además de estas cualidades, también se han de poseer, sobre todo, una serie de virtudes para facilitar el desempeño en dicha tarea. La virtud de la prudencia, por ejemplo, lleva a la persona a recabar toda la información necesaria sobre dicha actividad, a realizar una acuciosa evaluación de los beneficios, los costos y los riesgos de ponerse en acción. Con estos elementos básicos, la inteligencia se ve potenciada. Además, si agregamos una voluntad claramente dirigida a lo que se requiere, es decir, una voluntad que utiliza los medios adecuados y disfruta de los bienes que su ejercicio trae consigo, la persona consigue forjar un carácter.

Ahora bien, la forja del carácter proporciona autodominio, el cual permite alejarse de lo placentero, cuando esto lo desvía de su objetivo; soportar las dificultades las dificultades que la tarea trae consigo; tener un cuidado minucioso de las proporciones del proyecto; y, por último, poseer la audacia y fortaleza para emprender lo que posiblemente otros no emprenderían.

Existen dos tipos de personas en cuanto al trabajo profesional se refiere: los que tienen vocación para el desempeño de ese trabajo y los que simplemente desarrollan una actividad profesional. La diferencia entre ambos es que al segundo, con el tiempo, suele faltarle “algo”. Esto lo lleva a desempeñar cualquier otro tipo de trabajo sin ninguna afectación de tipo existencial.

Hemos encontrado a personas que, después de ejercer su trabajo profesionalmente durante mucho tiempo, encuentran en otra actividad una verdadera pasión y sentido a su vida y, muchas veces, se topan con ella de manera circunstancial. De hecho, una de las formas para acertar la verdadera vocación profesional es hallarse en ese terreno aunque sea de manera temporal.

Para ello, tocaremos algunos modelos de pensamiento y cómo han influido en nuestra concepción de la vida. La importancia de los papeles que tomamos frente a la vida: agente, actor y autor, y cómo explotar la vocación, y si es el caso, cambiar nuestra actividad profesional en aras de alcanzar nuestra vocación.

Tomado de la introducción al libro Sigue tu vocación, nunca es tarde. P. 19-22 IPADE Publishing, escrito por Ernesto Bolio y Arciniega, Ricardo Aparicio, Jorge Llaguno, Ricardo Murcio y Ricardo Aparicio.


[1] Jean Monbourquette ha distinguido, a su vez, entre misión, visión y vocación: misión (misio, missus: “enviado”): indica impulso, un estímulo interior de orden emotivo; visión (visio, visus, “lo que se ha visto”): remite a una imagen interna, una idea creativa o un plan a realizar; y vocación (vocatus, “llamado”): remite a una llamada que procede del fondo de uno mismo. Cfr. Monbourquette, Jean. A cada cual su misión. Descubrir el proyecto de vida. Sal Terrae. Santander, 2000, pp. 21-22.

Ebook Libertad y Educación Cátedra Carlos Llano

Topics: Plan de vida, Vocación, misión

Ernesto Bolio y Arciniega

Escrito por Ernesto Bolio y Arciniega

Profesor decano del área de Factor Humano en el IPADE. Programa de Alta Dirección (D-1), Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa (IPADE). Médico Cirujano, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Nueva llamada a la acción

Suscríbete a las notificaciones de este blog

Artículos Recientes