Blog de Carlos Llano

Liderazgo: un equipo de remo

[fa icon="calendar"] 18-ene-2018 9:45:18 / por Carlos Llano Cifuentes

 

Jueves-18

Fernando Gómez, importante ejecutivo de un grupo industrial mexicano, nos presenta otra realidad, otro caso, en la dirección de un equipo. Resume, con la penetración, sistema y sencillez que le son característicos, las experiencias y observaciones asimiladas durante muchos años como miembro de un equipo de remo, y entrenador del mismo, en el que cosechó éxitos consistentes: su tono sostenido de convicción ejemplifican –en este caso sí– una clara y sugerente vivencia.

En este caso, totalmente disímbolo del anterior (el del director de orquesta), no sólo por la acción, sino por el director, pero igualmente ilustrativo, deseamos hacer ver el otro lado de la moneda, lo que subyace siempre en la tarea del líder: el equipo que él dirige, y que tiene tanto mérito, y en algunas situaciones, como en ésta, más, que el propio dirigente. Al líder le corresponde suscitar en cada miembro del equipo ese noble deseo de sacrificarse (tal es la palabra que ha de ser empleada, aunque hoy nos resulte desagradable) por el éxito común.

Raros ejemplos pueden escogerse –dice Fernando Gómez– como representativos del trabajo en equipo que igualen el comportamiento de un conjunto formado por remeros. Y aunque curiosamente los equipos de remeros se mencionan como modelo de acción colectiva, es muy poco común que se analicen los componentes de ese trabajo en equipo y sus interacciones. Por lo tanto, partiendo de que el ejemplo es bueno, su examen puede constituir un ejercicio de derivación útil para otras aplicaciones.

Un equipo de remo, añade, se forma para la competencia, regida por reglas que garantizan la igualdad de oportunidades a todos los equipos, habida también cuenta de que este deporte se distingue por no existir contacto físico entre los adversarios.

Como es de rigor, un deportista interesado en competir entiende que el éxito depende de la buena preparación. Aquí es donde se presenta una singularidad de este deporte: la preparación exige no sólo disciplina, sino una sumisión incondicional del ego, y esta sumisión se ha de acrecentar al irse el equipo poniendo a punto. Se trata de un sometimiento progresivo de la individualidad y el individualismo, que se ejerce y perfecciona en cada sesión de entrenamiento, subraya Fernando Gómez. De no ser así, el esfuerzo fracasa aun antes de competir.

Considerando al equipo buen competidor como resultado de un estado psicológico capaz de repetitivos esfuerzos límite, no sólo en la competencia misma sino en el entrenamiento cotidiano, no cabe sino reconocer que tal equipo cuenta con la riqueza psicológica física que soporta dicho esfuerzo límite en condiciones de restricción al individualismo, logro que es imposible en ausencia de dicha riqueza. La pregunta que se hace Fernando Gómez es, pues, ésta: ¿por qué es posible y operante el sometimiento extremo de la voluntad individual, en función del conjunto, y por qué es posible que el individuo lo haga no como abyección enfermiza, sino en término de aportación libre y positiva?

Tal riqueza psicológica puede entenderse como resultado de la exigencia de metas comunes y de que se trabaja en unión para obtenerlas, como corresponde a todo esfuerzo colectivo bien orientado. La excelencia en la calidad del esfuerzo entregado depende de cuán profunda y compartida sea la aceptación de los individuos respecto de la meta y del trabajo para alcanzarla. Si la aceptación no va más allá de una admisión superficial o inconsistente, aun habiendo buenas intenciones, el resultado será empobrecido proporcionalmente a estos defectos.

Conviene destacar aquí –nos sigue diciendo– ciertos aspectos no muy conocidos del grado de articulación que debe tener un buen equipo de remo. Además de los requerimientos de homogeneidad y sincronización en los movimientos y en la aplicación de la fuerza como pre-condiciones para la velocidad del avance, la geometría del bote de sus remos y la técnica misma plantean otras exigencias. No es alcanzable la eficiencia plena si uno o más remeros no bogan con dominio del nivel horizontal necesario (pala en el agua o fuera de ella), si no mantienen un peso físico alineado con la perpendicular lateral respecto del agua y si el equipo como tal carece de un cierta individualidad técnica conjunta, sutilmente diferenciada respecto de los demás equipos. Las personas integrantes, al someter su individualidad, crean, por decirlo así, un individuo superior, con perfiles y características propias, que lo distinguen (como una persona se distingue de las demás), de los otros equipos con los que competirá. En estas características se funda una buena parte del triunfo o de la derrota. Como la eficiencia demanda el avance del bote en línea recta perfecta cualquiera que sea la dirección del viento, cada golpe de timón o dirección frena el avance. Por lo tanto, el dominio y la atención a tantos factores requieren un enorme grado de concentración mental, tanto más difícil cuanto que ha de darse en sincronización y fatiga.

Fernando Gómez nos advierte que, por otra parte, aun suponiendo el acceso (en teoría solamente) a gran número de remeros para formar un equipo, con fisiologías homogéneas, las diferencias individuales de carácter personal exigirían a todos grandes esfuerzos cotidianos de integración al conjunto.

Como puede verse, los condicionamientos descritos se traducen en que el remero competidor tiene que responder a ellos con un grado de entrega personal al conjunto que sólo funciona sanamente si existe en cada individuo una aceptación profunda del equipo y de sus fines, con la consiguiente autodisciplina para dominar sus expansiones individuales.

Esta observación tiende a demostrar que allí donde existan exigencias elevadas de trabajo en equipo, es tarea fundamental de quienes dirigen, atender a que las personas participantes desarrollen y mantengan dicha aceptación profunda, valiéndose para ello de los mejores medios de comunicación, inducción, etc. El adiestramiento y las técnicas de trabajo son imprescindibles para hacerlo bien, pero el ingrediente supremo de la aceptación profunda y compartida –insiste Fernando Gómez– distinguirá siempre a los equipos excelentes, tanto más cuanto mayor sea el grado de dificultad objetivo.

Conclusión

El lector que desee incrementar su capacidad de acción asociada en equipo, capacidad que siempre es susceptible de ensancharse, haría bien en analizar su objetiva situación real respecto de los nueve puntos clave señalados por Labich, incorporar a su modo la dirección algunas de las características más señaladas que encuentre en la biografía de Von Karajan de cara a su orquesta, e introducir en su equipo de trabajo esas notables y difíciles cualidades que Fernando Gómez pide al equipo de remo, y que tan precisamente nos ha señalado.

Este es el segundo extracto que publicaremos del e-Book “Liderazgo, del remo a la partitura”:

Ebook Nota técnica Liderazgo del remo a la partitura

Topics: Liderazgo, Empresa, Director de empresa, Equipo de trabajo

Carlos Llano Cifuentes

Escrito por Carlos Llano Cifuentes

Carlos Llano Cifuentes, fue un filósofo, profesor y empresario mexicano. Miembro del grupo fundador del Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa (IPADE) y de la Universidad Panamericana, nació en 1932 en la Ciudad de México. Doctor en Filosofía en la Universidad de Santo Tomás, en Roma, estudió Economía en la Universidad Complutense de Madrid y realizó estudios doctorales de Filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

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