Hoy en día parece que todos coincidimos en que lograr una calidad objetiva de trabajo por virtud de una baja calidad subjetiva del trabajador en una mala fórmula, no ya para el trabajador, lo cual es evidente, sino para el trabajo. Cierto es que esta coincidencia teórica está aún lejos de universalizarse en la práctica: pero median aquí no sólo los factores de la ignorancia en torno a los reales parámetros de la productividad sino también las perspectivas de un corto plazo que desembocan en una inviabilidad a lo largo del tiempo.