Management

Eficiencia: un proyecto de empresa

[fa icon="calendar"] 20-sep-2019 11:37:56 / por Rafael Gómez Nava

 

Cátedra Carlos Llano UP-IPADE

La eficiencia en la empresa es un mandato. Difícilmente se puede pensar en la sustentabilidad de una compañía sin un modelo operativo eficiente. Organizaciones esbeltas, enfocadas y con rápida capacidad de respuesta serán aquellas que se mantengan competitivas en un mundo global interconectado y de alta exigencia de valor por parte de los clientes.

Por décadas, las empresas han buscado alcanzar eficiencias en el modelo operativo, en la gestión comercial y en los procesos directivos. El concepto básico había sido “lograr más resultados económicos con los mismos recursos invertidos, rentabilizar la operación y alcanzar desempeños superiores a los competidores”.

Sin embargo, la empresa actual requiere nuevos enfoques, así como patrones innovadores que interioricen las verdaderas causas que propician modelos empresariales eficientes. Planteo, a continuación, algunas recomendaciones para tener en cuenta en la construcción de una empresa eficiente:

1.- Eficiencia no es reducir costos a ultranza:

Vale la pena alejarnos de la idea convencional de que la eficiencia se alcanza exclusivamente a través de la reducción de costos, sin considerar las consecuencias. Lo anterior no es eficiencia, es reduccionismo empresarial. Eficiente es aquel que descubre causas, establece métodos, acciona proyectos de cambio en la organización, y no sólo recorta costos y gastos indiscriminadamente.

2.- Eficiencia es generar valor al cliente:

La verdadera eficiencia es aquella que se convierte en valor para el cliente. Es posible dirigir una organización con bajos costos, generando aún más valor en su mercado, pero exige enfoque, identificación de necesidades y simplicidad operativa. Muchas empresas han superado el tradicional dilema que afirma que mayor valor al cliente implica mayor costo de operación. Es viable incrementar valor a los clientes con procesos altamente eficientes.

3.- Eficiencia es romper inercias en las organizaciones:

En ocasiones nos resistimos a construir eficiencias. Nos acostumbramos a entregar nuestros productos con retrasos y los servicios con bajos niveles de calidad y confiabilidad; en definitiva, a operar inadecuadamente. En otros momentos, la zona de confort nos hace tibios e insensibles ante las posibilidades de mejora, generando espacios poco reflexivos. El paso inicial de la eficiencia implica romper inercias en la compañía y repensar la forma en la cual se organiza el trabajo y los procesos. La eficiencia no es una tarea o un proyecto, es un modo de pensar y de actuar consecuentemente.

4.- Eficiencia implica la participación de los empleados:

La eficiencia no solo se genera desde el pensamiento directivo. Demanda colaboración y, sobre todo, participación de los empleados. Son nuestros colaboradores quienes conocen la realidad cotidiana -y las causas- de los procesos y sus problemas. Antes de establecer un programa de eficiencia, involucre, consulte, faculte y propicie un ámbito de aprendizaje. Ya bien lo dijo en los años ochenta Edwards Deming, el padre de la calidad: establezca objetivos, brinde las herramientas y no recrimine cuando la mejora implique que las personas experimenten, fallen y aprendan. Hacer partícipes a los empleados en la eficiencia de los procesos los responsabiliza y compromete en el proyecto de hacer una mejor empresa.

5.- Doblemente eficientes:

El objetivo de la eficiencia no es uno, es doble. Está intrínseco en el objetivo de alcanzar utilidades en el negocio, pero además en el de proponer productos y/o servicios que hagan que nuestros clientes sean más eficientes. El alcance es extendido, así se construyan cadenas eficientes donde los eslabones, en conjunto, se beneficien y rentabilicen. La sustentabilidad empresarial recorre el propósito de establecer cadenas de empresas ganadoras.

Finalmente, vale la pena ver el modelo desde una perspectiva humanista, incluso antropológica. La organización eficiente construye para sus empleados un mejor medio para que alcancen su finalidad: ser mejores personas. El bien excelente máximo de la empresa está en lograr que sus personas crezcan y desarrollen habilidades, capacidades y virtudes…que se perfeccionen. Y lo anterior propicia, directa e indirectamente, una gran contribución al bien común.

Publicado originalmente en la revista INALDE edición No. 29 y adaptado para su publicación en este blog con permiso del autor.

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Topics: Experiencia y dirección, persona, Dirección general, Eficiencia

Rafael Gómez Nava

Escrito por Rafael Gómez Nava

Director General del Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa (IPADE). Doctor en Gobierno de Organizaciones, Universidad de Navarra, España (mención Cum Laude). Máster en Dirección de Empresas (MEDE), IPADE Business School. Ingeniero en Cibernética y en Sistemas, Universidad La Salle (mención honorífica).

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