La afamada frase “Roma no se hizo en un día” describe el arduo trabajo que demanda la búsqueda del éxito, donde siempre hay subidas y bajadas. En el mundo de los negocios pareciera que los errores son tabú, sin embargo, sólo las empresas que han sufrido alguna derrota tienen la oportunidad de perfeccionar un plan y convertir el error en elemento de una estrategia para mejorar, no para culpar, castigar o fracasar.
Los negocios fracasan todo el tiempo. La lista de compañías con futuro prometedor que sucumbieron por diversos factores es extensa. Tenemos los casos de Enron, Polaroid, Delorean, Motor Company, Pan Am, Woolworth, IndyMac, etcétera. Sin embargo, la lista de empresas que sobrevivieron a las peores crisis también es grande. Tal vez sea momento de prestar atención, no sólo a aquellos modelos de negocio que han demostrado asombrosas estrategias para salir adelante y alcanzar el éxito a largo plazo, sino también a aquellos que aprovecharon lo que en apariencia era un fracaso inminente como la mejor oportunidad en la vida de su empresa.
Fracaso empresarial
Podríamos empezar por preguntarnos, ¿qué constituye realmente el fracaso? Contrario al éxito, parecería que fracasar sería no alcanzar un resultado esperado. La palabra proviene del italiano fracassare, y si se rastrea su raíz latina podría decirse que se compone de los verbos frangere (romper) y quassere (hacer pedazos).[1] Independientemente del significado etimológico de la palabra, todos comprendemos que fracasar es algo doloroso y difícil de afrontar. Posiblemente fracasar sea el miedo con el que cientos de personas se levantan todos los días.
A nivel personal, sobrevivir a la frustración que implica no llevar a cabo un proyecto profesional supone enfrentar una crisis. Por otro lado, en el ámbito empresarial, “fracasar” es sinónimo de ruina absoluta personal[2] y económica. En el mundo de los negocios equivocarse no está permitido, no es una opción. Pero sí es una realidad inevitable, y más importante aún: es un requisito para el éxito.
El miedo a equivocarse: esperanza y temor
Antes de hablar sobre el fracaso empresarial tal vez sea conveniente analizar brevemente como es que ocurre la frustración de proyectos a nivel personal. Todos nos proponemos alcanzar determinados objetivos en los distintos ámbitos de la vida (familiar, emocional, financiero, de salud, profesional), y tan sólo vislumbrar la falta de realización de los mismos puede generar temor y sufrimiento. Posiblemente sea un buen momento para reflexionar sobre la actitud que adoptamos cuando obtenemos resultados inesperados o cuando el objetivo que perseguimos nos parece demasiado inasequible o difícil de alcanzar, de manera que decidimos interrumpir el curso de acción que en un principio nos llevaría a conseguir lo que queremos.
Consideremos pues el primer caso: lidiar con el hecho de no obtener lo que se pretendía. En realidad parece que no existen muchas opciones para responder ante este supuesto fracaso, pues, o se corrigen las aspiraciones y estrategias que resultaron ser equivocadas, o se eligen caer en la desesperación y el abatimiento. Cuando decidimos hacer algo, como por ejemplo, fundar un negocio, decidimos ponernos al trabajar y a hacer lo necesario para lograr que la idea tenga éxito, debido a que a nuestra acción subyace la esperanza de que nuestro plan se lleve a cabo.
Emprender nuevos retos
Por otro lado, nadie espera alfo que se puede conseguir inmediatamente, pues lo que distingue a la esperanza es precisamente que se fundamenta en el futuro; no es una pasión que se refiera a algo que ya se posee.[3] Nadie espera tampoco conseguir algo que en primera instancia considera imposible. Es por esto que cuando alguien decide emprender algún proyecto, lo hace con la esperanza de que en efecto sus planes funcionarán. Pero la experiencia nos demuestra que no siempre es así. Toda esperanza se destruye cuando las cosas no salen de acuerdo con el plan inicial. Por lo tanto, regresamos a tener en cuenta las reacciones planteadas en un principio: o respondemos con audacia corrigiendo lo que salió mal, o dejamos que la tristeza del fracaso nos consuma.
Artículo extraido de una publicación en la revista ISTMO el 2 de julio del año 2015 titulado Fracaso, elemento de una estrategia exitosa.
[1] Alejandro Armenta y Jorge Merodio. La Actividad Profesional: Reflexiones sobre el éxito y el fracaso: situaciones comunes. IPADE Business School. México, 2010. Pp 5-6
[2] Más allá de las habilidades intelectuales con las que se puede contar, el talento emocional y las virtudes de carácter juegan un papel muy importante para el éxito en la vida profesional, pero por ahora no nos concentremos en este punto.
[3] Tomás de Aquino. Suma Teológica. I-IIae q. 40 a. 1.