Management

La empresa, comunidad de personas

[fa icon="calendar"] 15-feb-2019 12:57:30 / por Nahum de La Vega Morell

 

Cátedra Carlos Llano UP-IPADE

Hemos de recordar que para Carlos Llano la empresa no puede describirse simplemente como el conjunto de capital, organización y trabajo, es decir, como si fueran cosas que se agrupan sin ton ni son. Así mismo, hemos de tener presente que Llano tampoco considera pertinente hablar de la empresa como la concurrencia de trabajo directivo, trabajo operativo y trabajo ahorrado, pues según está descripción la empresa se define más bien en términos de actividades. Frente a estos conceptos y descripciones de empresa que se manejan, Carlos Llano prefiere definir esta organización de un modo más sencillo, claro y práctico. Llano apunta que la empresa es, ante todo, una comunidad de personas:

<<La empresa puede definirse desde diversas perspectivas y maneras. Nosotros la consideramos de un modo fundamental y filosófico, y, además, universalmente aceptable. El fondo radical de la empresa puede ser admitido pacíficamente por tirios y troyanos: nos encontramos ante una comunidad de personas[1]>>.

 

Con una visión como la que se trata de exponer, la empresa adquiere un dinamismo que es más cercano a la persona y que nos facilitará acceder a niveles más profundos de esta comunidad, en la que las personas aportan conjuntamente su trabajo directivo, su trabajo operativo y su inversión. Así descrita, apunta Llano, la empresa pondrá atención no en lo que aportan las personas sino en las personas que aportan[2]. Por ello, consideramos pertinente hablar, en primera instancia, de los cuatro niveles de personificación de las actividades de la empresa.

Aunque es evidente la cercanía entre la persona y sus actividades, hemos de señalar, en contra de ciertas corrientes de pensamiento, que la persona es más que las actividades que brotan de ella. Por ello, queremos resaltar, aunque parezca obvio, que las personas que desempeñan estas actividades (en la empresa o en un ámbito diverso) no son susceptibles de grados. La persona tiene un sentido de totalidad y, por tanto, no es susceptible de más o de menos. En otras palabras, la persona no puede ser clasificada sociológica ni éticamente por el tipo de actividades que realice, aún cuando en la sociedad actual se haga de manera frecuente.

Esto es así, porque la persona es más que su acción, es decir, porque siempre conserva excedente, un plus en virtud del cual puede llevar a cabo otras acciones diversas, las cuales aún siendo ejercidas no agotan el ser del hombre para que emprenda acciones adicionales[3]. En suma, lo que pretendemos afirmar es que la persona no puede identificarse con alguna de las actividades que realiza, ni aún con la suma de ellas: la persona no es sólo director de una empresa, sino, además, padre de familia, aficionado a la música, jugador de algún equipo deportivo, etcétera[4].

Tras lo señalado arriba, podrá entenderse que tampoco las personas de esa comunidad que Llano denomina empresa pueden ser calificadas por el tipo de actividades que ejercen. Todas las personas que laboran en la empresa, ya sea el director, el operario, el inversionista, el proveedor o el cliente, tienen la misma dignidad de persona[5].

Con lo que se ha dicho hasta ahora, Llano ofrece su versión de lo él considera que ha de ser la empresa: <<una comunidad de personas, en donde la condición de ser personas prevalezca sobre cualquier otra condición, incluso la condición que se deriva de su pertenencia a esa comunidad que llamamos empresa[6]>>.

Aunque, esta misma <<definición>> es válida para cualquier tipo de comunidad veremos con detenimiento las razones que ofrece Llano para defenderla. En primer lugar, dice nuestro autor, al considerar a la empresa como comunidad de personas se obliga a reconocer a la empresa no como una mera consecuencia de las leyes del mercado -en el caso de las empresas privadas- ni de las reglamentaciones estatales -en el caso de las empresas públicas-, porque ambas organizaciones han de regirse por las leyes y principios derivados de la persona[7].

La intención de Carlos Llano es clara: resucitar el carácter de persona en las organizaciones. Si bien el propósito de nuestro autor se limita a que las empresas recuperen los valores de carácter personal, marginados por los sistemas impersonales y despersonalizados del mercado y el Estado, no obstante, existen diversos estudios que demuestran que esta nueva visión de la empresa ofrece sustanciales beneficios en el orden pragmático. Por ejemplo, Jeremy Rifkin, en opinión de Llano, da un paso decisivo para aproximar a la empresa y a las sociedades de amistad.

Rifkin dice que hasta ahora la sociedad se dividía las actividades bajo dos parámetros: las actividades del mercado y las que pertenecen al Estado. No obstante, señala el mismo Rifkin, ahora la sociedad ha de contemplar un trípode, integrado por el capital mercantil (empresas privadas), el capital público (Estado) y el capital social (sector social). Pues, señala, este último sector se está convirtiendo en un movimiento social maduro y que ofrecerá posibilidades de trabajo cada vez más extensas, dado que empiezan a estructurarse como verdaderas empresas[8]. Esto, en opinión de Llano, indica que el valor de la persona es un claro valor ascendente, aunque el sistema y la función sean aún factores dominantes[9].

Ahora bien, así como afirmamos, junto con Llano, que la empresa es una comunidad de personas, también indicamos que las personas tienen un plus respecto de su pertenencia a la empresa y, en general, un plus, respecto de cualquier ámbito en el que se incluya y cualquier actividad que emprenda. Por esta causa, Llano tiene un interés particular por personificar a la empresa, es decir, fortalecer las vinculaciones que esta institución guarda con la persona humana. Pues, en su opinión, al poner a la persona en el centro mismo de la empresa, es posible conseguir que ésta se manifieste en todo su valor. Sin embargo, para hacer más explícito esto, es preciso analizar los motivos de Carlos Llano para afirmar que es la dignidad personal lo que ha de respetarse y vigilarse en cualquier organización, pues a final de cuentas, fue la razón última por la que él decidió definir a la empresa como una comunidad de personas.

Texto extraído del libro “Carlos Llano en resumen”, escrito por el Dr. Nahúm de la Vega Morell y publicado en este blog con permiso del autor.

 

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[1] Llano, Carlos (1997). Dilemas éticos de la empresa contemporánea. Fondo de Cultura Económica. México p.41

[2] No podemos dejar pasar por alto que esta definición ofrecida por Carlos Llano es determinante para su planteamiento ético. Pues sí el único sujeto ético, es decir, si la única realidad calificable de mala o buena, peor o mejor, es la persona, entonces la ética de la empresa, desde la perspectiva de nuestro autor, habría de elaborarse desde y para la persona.

[3] Cfr. Llano, Carlos (1997). Dilemas éticos de la empresa contemporánea. Fondo de Cultura Económica. México p.52

[4] Lo anterior tiene profunda relevancia ética, pues la persona que hace el mal puede ser mala en su segunda naturaleza, es decir, por los hábitos malos adquiridos que lo modifican de modo profundo, pero no de modo esencial, Por eso, dice Llano, ha de distinguirse siempre entre el mal hecho por la persona y la persona que hace el mal: <<La persona que ha cometido un asesinato es , sin duda, un asesino, pero para recibir tal calificativo -asesino- tiene que mantener su condición de persona -y de persona humana- ya que un animal o un objeto inerte no pueden ser calificados. Si se aísla a la persona es porque no podemos aislar los actos: pero en ese mismo aislamiento sigue siendo persona, con todos los derechos a ella inherentes>>. [Llano, Carlos (1997). Dilemas éticos de la empresa contemporánea, Fondo de Cultura Económica. México p.53] Así pues, dice Llano, aun concediendo que el mal hecho por la persona pueda considerarse malo en su totalidad, no obstante, la persona que hace el mal nunca podrá ser integralmente mala, por dos motivos: 1) porque además del mal que hace puede ejercer acciones buenas, y 2) porque, por muy habituado al mal, el hombre tiene siempre ese plus personal que le posibilita dejar de hacer el mal que hace, o incluso sustituirlo por acciones que reparen por completo el mal hecho.

[5] Cfr. Llano, Carlos (1997). Dilemas éticos de la empresa contemporánea. Fondo de Cultura Económica. México p.53

[6] Llano, Carlos (1997). Dilemas éticos de la empresa contemporánea. Fondo de Cultura Económica. México p.54

[7] Llano, Carlos (1997). Dilemas éticos de la empresa contemporánea. Fondo de Cultura Económica. México p.54 y ss

[8] Cfr. Rifkin, Jeremy (1996). El fin del trabajo. Nuevas tecnologías contra puestos de trabajo: el nacimiento de una nueva era. Paidós, Barcelona. [Versión en inglés: (1995). The Endo f Work. The Decline of the Global Labor Force and the Down of the Post- Market Era]

[9] Cfr. Llano, Carlos (1997). Dilemas éticos de la empresa contemporánea. Fondo de Cultura Económica. México p.58

Topics: Persona humana, Antropología Filosófica, Ética en la empresa

Nahum de La Vega Morell

Escrito por Nahum de La Vega Morell

Nahum De la Vega Morell es doctor en Gobierno y Cultura de las Organizaciones, Universidad de Navarra, España. Maestría en Ciencias de la Familia, Universidad de Navarra, España. Maestría en Dirección de Empresas, Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa (IPADE). Licenciatura en Ingeniería Industrial, Universidad Anáhuac. Profesor del área de Factor Humano en el Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa (IPADE).

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