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La gran lección de Carlos Llano

[fa icon="calendar"] 30-mar-2017 5:04:00 / por Arturo Picos

catedra_carlos_llano_web.jpgCarlos Llano, filósofo, profesor, empresario y amigo entrañable,  hizo rendir sus talentos  al máximo, como resultado de cualidades excepcionales y de una ardua disciplina autoimpuesta.

En el contexto de la celebración de los 50 años de existencia del Instituto Panamericano de Alta dirección de Empresa (IPADE), que se celebra en 2017, es muy justo y conveniente evocar la memoria de quien entonces fuera el primer director general, instituto que para 1980 pasaría a formar parte de la Universidad Panamericana como su Escuela de Negocios.

Carlos Llano estuvo involucrado en los comienzos de la universidad panamericana desde su nacimiento, particularmente dentro de la entonces incipiente escuela de Filosofía del IPH, que inició actividades en 1970. En ella fungió como como profesor hasta la víspera de su muerte, pues apenas unos cinco días antes de que ésta aconteciera, impartió la que fue su última lección de vida.

Un legado intelectual y vivencial

Me expreso deliberadamente de este modo porque Carlos Llano sigue enseñándonos todavía hoy, no sólo a través de los incontables escritos que publicó (más de 40 libros, y cientos de artículos y entrevistas publicadas, además de lo que todavía se espera descubrir entre los cientos de folios manuscritos que se cuentan en sus archivos), sino sobre todo por el ejemplo de vida que legó a tantas personas, entre alumnos, colegas, profesionistas, colaboradores, empresarios, familiares y a amigos.

Conocido por muchos por su excepcional talento para conjuntar la profundidad intelectual del filósofo con el sentido práctico del hombre de empresa, Carlos Llano fue un hombre entregado al servicio de los demás, movido por su fe religiosa que le llevó a pertenecer al Opus Dei desde su juventud. El terreno para que germinara en él esta vocación había sido sembrado en el seno de una familia numerosa de raigambre empresarial.

Carlos Llano: filósofo y empresario

Nacido y educado inicialmente en México, Carlos Llano tuvo la oportunidad de formarse también en el entorno cultural de España, primero, y de Roma posteriormente. Allí hizo realidad su anhelo de formarse como filósofo, inquietud nacida precozmente con ocasión de que se vio en la necesidad de estudiar por su cuenta uno de sus años de bachillerato, con motivo de la convalecencia de una larga enfermedad. Posteriormente volvió a su país de origen por petición de su padre, que aceptó la vocación filosófica de su hijo Carlos bajo la condición de que éste, a su vez, se comprometiera a hacerse cargo de los negocios que la familia mantenía en México.

De esa simbiosis –como al propio Carlos le gustaba llamar- entre el mundo de la empresa y la inquietud filosófica surgió lo que después se convertiría en el proyecto del IPADE, donde tendría la oportunidad de volcar su singular talento formando a múltiples generaciones de empresarios. En sus sesiones académicas del IPADE, Carlos nuevamente puso a prueba otra de sus grandes capacidades: la de un pedagogo excepcional, capaz de transmitir con gran claridad ideas profundas, a través no sólo de su magistral manejo del lenguaje hablado, sino también de la expresión de sus gestos.

Una ardua disciplina

A ello se suma que Carlos Llano fue capaz de sacar adelante los negocios familiares, su gestión al frente de la UP y el IPADE, su labor académica como profesor y como autor, su dedicación a los apostolados de la Obra, su papel como consejero de otras empresas, etcétera, con un mismo nivel de excelencia.

Todo ello no fue resultado únicamente de cualidades excepcionales derivadas de sus dotes naturales y de su temperamento, sino de una ardua disciplina autoimpuesta que le llevó a hacer rendir esos talentos al máximo.

Y ese mismo empeño que aplicó también a buscar poner, por encima de todo, a las personas con las que trató con ocasión de todo ese despliegue de actividad. Muestra de ello es la singular huella de aprecio que le guardan todavía hoy personas de todas condiciones que tuvieron contacto con él de muy diversas maneras: desde quienes apenas se lo encontraron de manera casual, pero suficiente para percatarse de su interés por los demás.

La gran lección de Carlos Llano

Considero que esta es la gran lección que nos dejó Carlos Llano: la de que, independientemente de las cualidades que uno posea como resultado de unos talentos naturales, cualquiera que éstos sean, lo importante es el empeño en cultivarlos teniendo como motivo para ello la entrega a los otros por amor de Dios.

Una anécdota en los primeros años de historia de nuestra institución resume elocuentemente esta última idea. En 1970, el fundador del Opus Dei, San Josémaría Escrivá, vino por primera y única vez a México. Entre los encuentros que tuvo ocasión de sostener con mucha gente, uno de ello fue la reunión con directivos y empresarios participantes del IPADE, entre los que se encontraba el propio Carlos.

San Josemaría evocó, al verlo, el suceso ocurrido cuando Carlos le comunicó, estando en Roma, que se regresaba a México para ocuparse de los negocios familiares. Entonces San Josemaría bromeó con Carlos, sabedor de las grandes cualidades intelectuales que lo habían distinguido en sus estudios, pero que iban acompañadas de grandes despistes, tan comunes entre los profesionales de la Filosofía. La broma en cuestión fue que San Josémaría le dijo a Carlos que lo que él ganara con los negocios familiares le cabría en una mano y le sobraría espacio.

En la reunión del IPADE, San Josémaría, después de narrar esta anécdota, se dirigió a Carlos diciendo: “Aquí está mi mano, ¿no te dije que lo que ganarás me lo pusieras aquí?” Y Carlos, levantándose de su lugar para dirigirse a donde San Josemaría le extendía su mano, se la tomó, le dio un beso y dijo “Ya está”.

Qué gesto más elocuente para significar lo que fue la vida de Carlos Llano, y la gran lección que nos dejó: un acto de total entrega, por amor.

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Arturo Picos

Escrito por Arturo Picos

Licenciatura en Filosofía por la Universidad Panamericana. Doctorado en Filosofía por la Universidad de Navarra. Programa de Dirección (D-1, IPADE). Profesor del Área de Filosofía y Empresa y director de Preceptoría en el Programa MEDEX, IPADE, sede México. Director de la Cátedra UP-IPADE «Carlos Llano». Miembro de Número de la Fundación Interamericana Ciencia y Vida.

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