Management

La productividad y el progreso del hombre en la empresa

[fa icon="calendar"] 06-ene-2017 11:33:42 / por Arturo Picos

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La colaboración y el compañerismo son esenciales para lograr objetivos comunes en las organizaciones. El Espíritu colaborativo tiene preponderancia en las múltiples virtudes que un líder debe adquirir.

 La empresa actual debe modificar el paradigma de las relaciones contractuales y evolucionar hacia relaciones más cercanas entre los seres humanos que conforman dicha organización.

*Esta es la parte 1 de 4 entregas

La colaboración y el compañerismo son esenciales para lograr objetivos comunes en las organizaciones. El Espíritu colaborativo tiene preponderancia en las múltiples virtudes que un líder debe adquirir.

La empresa actual debe modificar el paradigma de las relaciones contractuales y evolucionar hacia relaciones más cercanas entre los seres humanos que conforman dicha organización.

Colaboración vs. Competencia

 “El siglo XX ha demostrado que la colaboración, el compañerismo, el sentido de unión y el trabajo para lograr objetivos comunes, es mucho más eficaz que la mera y cruda competencia. Me parece que debemos salirnos del esquema en el que la competencia es el nervio de la productividad. El emprendedor debe colaborar con otros, porque además de competidores son personas” (Llano, Carlos, “Siglo veintiuno”, Guatemala, marzo de 1998).

Esta afirmación hecha por Carlos Llano, una reconocida autoridad en el ámbito del Management, parecería poner en duda los méritos del talante competitivo que tanto se pondera en el mundo de los negocios. Pero en realidad lo que pretenden sus palabras es ampliar la visión de la dirección de empresa con una perspectiva que no anula esta característica, sino que la subordina a aquélla otra    –la del espíritu colaborativo- en aras de acrecentar tanto la eficacia productiva como el desarrollo humano de quienes la consiguen.

 No se trata, por tanto, de denigrar la competencia, pues a todos les resulta evidente que sin ella los procesos mercantiles se pasmarían, sino de complementarla –y por ende elevarla- con la disposición a la colaboración.

Un nuevo paradigma en el mundo de la empresa

Para la empresa actual, ya no es suficiente operar bajo la premisa de que el paradigma de las interacciones humanas –especialmente hacia el interior de la misma– es el de la relación contractual, es decir, el establecimiento de nexos individuales con base única en el modelo de la transacción mercantil: doy si me das, y procuraré darte menos de lo que pueda obtener de ti.

Esta forma de percibir las relaciones entre los seres humanos dentro del mundo de los negocios se está agotando y ha pasado a ser, desde hace bastante tiempo, una realidad que conduce a la autodestrucción.

La crisis global más reciente nos demuestra que los desarrollos transformadores basados en este modelo de relaciones han alcanzado, sí, muchos beneficios materiales, pero son a la vez el origen de una mayor inequidad, de la dislocación económica, del flujo excesivo de información y de la inestabilidad financiera, entre otros problemas que jamás había vivido la humanidad, al menos no en la escala planetaria que han alcanzado.

Entre las causas por las cuales ese paradigma de las relaciones humanas se está agotando, destaca el potencial de agresividad que se esconde detrás de la interacción basada en la sola competencia. Competir sin más supone que alguien gana a costa de que otro pierda.

Maquiavelo, Hobbes, Rousseau, Adam Smith o Marx

Cuando la ganancia se concibe unilateralmente de este modo, o al menos poniendo el acento excesivamente en la competencia como modo de ganar, se entra en un peligroso juego en el que no sobreviven necesariamente los más fuertes, sino los más violentos.

La competencia que busca el triunfo a través de derrotar a un adversario fácilmente se traduce en violencia, que pasa así de ser la ley de la calle –del asalto, del secuestro- a ser  un régimen al interior de la propia empresa.

Fenómenos como el acoso laboral, la deslealtad entre colegas, la lucha por el poder o por el status, la falta de disposición a trabajar genuinamente en equipo, etc., son en muchos casos manifestaciones de que se ha privilegiado la competencia como modo principal y predominante de estimular  el desarrollo, pasando así de ser un factor de productividad a un modelo del crecimiento del individuo.

Semejante modo de hacer empresa se puede remontar a ideas tomadas de figuras como Maquiavelo, Hobbes, Rousseau, Adam Smith o Marx, para quienes las relaciones sociales se erigen bajo la suposición de que los individuos persiguen básicamente su propio interés, y de que sólo se asocian o relacionan entre sí por la imposibilidad, que les viene impuesta por sus propias limitaciones, para alcanzar ese interés sin el concurso de los otros. Este supuesto, según el cual el hombre es fundamentalmente egoísta, es una concepción equivocada, o al menos parcial, que conlleva además entender la sociabilidad como algo accidental y aleatorio. Igualmente implica que tanto el gobernante como el empresario únicamente se sirven de los demás como escalones para alcanzar su éxito personal.

Déjanos tus comentarios y lee la parte dos de este artículo. Te invitamos, también, a descarga el siguiente e-book del Dr. Carlos Llano Cifuentes:

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Topics: Management, Liderazgo, persona

Arturo Picos

Escrito por Arturo Picos

Licenciatura en Filosofía por la Universidad Panamericana. Doctorado en Filosofía por la Universidad de Navarra. Programa de Dirección (D-1, IPADE). Profesor del Área de Filosofía y Empresa y director de Preceptoría en el Programa MEDEX, IPADE, sede México. Director de la Cátedra UP-IPADE «Carlos Llano». Miembro de Número de la Fundación Interamericana Ciencia y Vida.

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