En las organizaciones es preferible la colaboración a la competencia, esto se consigue centrando la atención en la persona misma. En esta tercera parte de “La productividad y el progreso del hombre en la empresa” te animo a descubrir por qué el recurso humano es el más rico y productivo de todos los recursos de la empresa.
*Esta es la 3 parte 4
Preferencia por la colaboración
Lograr resultados a costa del hombre nunca será algo práctico. Por eso, por encima del sentido de competencia y del afán de poder, debe haber una preferencia por la colaboración, pues la persona no es viable sin cooperación, una realidad que es además indisoluble del trabajo mismo, ( Llano Carlos, Dilemas éticos de la empresa contemporánea, Fondo de Cultura Económica, México, 1997, p. 124) a partir de la naturaleza social del hombre que reclama que las personas no podamos hacer nada solos.
Es el momento de señalar que los criterios operativos dentro de la empresa han de ser dobles: el de la competencia y el de la colaboración, a condición de entenderlos complementariamente, lo cual sólo se consigue mirando a lo más fundamental, que es la persona misma.
Recursos humanos
“De todos los recursos con que se cuenta en la empresa, el humano es el más rico y el más productivo, y, aunque sólo fuera por eso, sería el recurso al que el director debería prestarle —porque la tiene de suyo— la mayor importancia”(Llano Carlos, Análisis de la acción directiva, Limusa, México, 1996, 8a. reimpresión, p. 226).
Con mucha frecuencia esta afirmación enfrenta, en los hechos, la dificultad de traducirse en acciones eficaces. Y bien pudiera ocurrir que ello sea consecuencia de no acabar de comprender, a cabalidad, qué entraña la productividad de la persona.
Porque las empresas “no son productivas como meras entidades abstractas, sino que su productividad arranca de las personas que las integran. Partirán de los procesos, modos, sistemas y tecnologías, sí; pero las procesos, modos, sistemas y tecnologías son diseñados adquiridos y puestos en marcha por personas. La productividad no es un concepto general que pueda desgajarse de los hombres que producen. Y, en viceversa, al separarse los hombres que producen se llevan con ellos la productividad.” ( Llano Carlos, La creación del empleo, Panorama Editorial, México, 1995, p. 114)
La empresa y el hogar
Finalmente, reconocida la importancia de la persona como factor central de la empresa y de su productividad, se comprende mejor que el director de empresa y el trabajador en general no pueden vivir con una esquizofrenia de valores distintos entre la empresa y su hogar. Así lo muestra la imposibilidad de alcanzar el éxito profesional estable, de larga duración, cuando se utiliza al prójimo como escalón, y cuando se lleva una vida personal o familiar desintegrada.
Igualmente, una dirección que explota al trabajador perdiendo de vista su condición de persona pone en crisis la estabilidad de la empresa: resulta increíble que muchos empresarios todavía puedan seguir pensando que un clima de intimidación, inhospitalidad y ausencia de reconocimientos pueda generar frutos positivos.
Por el contrario, hoy día es necesario generar un clima de colaboración al interior de la organización, donde se fomenta la iniciativa, se privilegia la actitud de servicio y se reconocen obligaciones de fraternidad y de piedad, propias de las relaciones originarias de las comunidades de carácter personal. Armonizar todos los elementos de una cultura organizacional así, constituye el mayor reto del líder y de su equipo directivo.
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