Filosofía

Fe y política

[fa icon="calendar"] 10/01/17 17:20 / por Bernardo Sainz Martínez


Cátedra Carlos Llano UP-IPADE.jpgEn su mensaje para la celebración de la XXXVII Jornada Mundial de la Paz, San Juan Pablo II recalca la relevancia del perdón como único medio para la verdadera reconciliación política: “por eso he recordado varias veces a los cristianos y a todas las personas de buena voluntad la necesidad del perdón para solucionar los problemas, tanto de los individuos como de los pueblos. ¡No hay paz sin perdón!”

 ¿Puede la doctrina cristiana del perdón ser realmente efectiva ante la injusticia política? El cristianismo tiene mucho que ver con la defensa del perdón como método de reconciliación ante injusticas políticas. Cada uno de los cristianos estamos llamados personalmente a perdonar y a hacerlo bajo cualquier circunstancia. En el cristianismo, perdonar es participación del acto redentor de Jesucristo, un acto que en esencia es restaurativo.

 

Cristianismo y perdón

La práctica del perdón puede ser vista como un hecho cotidiano; podemos considerarlo una simple decisión, una cancelación de deudas o un regalo benevolente y desproporcionado, signo de buena voluntad. Sin embargo, es en los casos más extremos de injusticia política en los que vale la pena preguntarse por la posibilidad y relevancia de promover el perdón como método para alcanzar la paz. Es en este frente donde la fe puede convertir al actor político en un héroe de la justicia y la reconciliación. Desde Santa Catalina de Siena hasta Martin Luther King, la fe cristiana habilita al hombre para buscar una reconciliación basada en el amor al prójimo, en seguir el ejemplo de quien perdonó a quienes lo crucificaron.

Desde el punto de vista cristiano, el perdón es la única verdadera respuesta ante la injusticia, derivada no sólo del explícito mandamiento de Cristo a “amar al enemigo” y a “poner la otra mejilla”, sino como imitación del obrar de un Dios padre todo misericordioso. En resumidas cuentas, el cristiano no sólo tiene permitido perdonar a todos sino que está obligado a hacerlo. El perdón para el cristiano no sólo resuelve el problema terrenal de la víctima, restableciendo la relación humana, sino que además resuelve la relación entre la víctima y el victimario con Dios; es un acto con una dimensión sobrenatural.

Dios crucificado

 Uno de los principales problemas al que los defensores del perdón se enfrentan es el llamado perdón indirecto. ¿Qué sucede cuando son los familiares de la víctima o víctimas secundarias los únicos capaces de perdonar?  En el ámbito estrictamente humano, hablar por la víctima parece una apropiación ilegítima y una forma de deshonrar la memoria del afectado. Frente a este tipo de problemas, encontramos en la fe religiosa una posible solución para la defensa y práctica del perdón ante las más terribles adversidades. En el Dios crucificado nos encontramos con el único que tiene derecho a perdonar de parte de todas las víctimas, porque las víctimas están en Él y Él en las victimas.

 La defensa del perdón en situaciones posteriores a las grandes injusticias políticas parece viable sólo con base en cierta fe religiosa. Con lo anterior no quiero decir que no existan justificaciones no religiosas para la doctrina del perdón como justicia restaurativa; sin duda que las hay, pero se trata de la minoría de los casos. Es común que los defensores del perdón tengan una motivación o ideología inspirada por la fe religiosa. La fe detona una visión reconciliadora en el actor político.

El perdón, un acto de justicia

En opinión de muchos, todas las anécdotas del triunfo del perdón frente a atrocidades políticas son sanguíneas y emotivas. Hacen falta preguntas concretas sobre los derechos, las necesidades y la voz de las víctimas. Por este tipo de acusaciones, muchos académicos recomiendan el perdón sólo como la segunda mejor opción cuando el castigo es irrealizable. Sin embargo, el perdón y el castigo no tienen por qué ser excluyentes; ambos pueden ser promovidos de manera conjunta como medidas complementarias para lidiar con el mal pasado. Cuando una víctima perdona, actúa para vencer el mensaje de injusticia que el perpetrador ha comunicado. La víctima nombra al mal como mal, con lo que invita al perpetrador a también nombrarlo, a renunciar a él y a expresar una disculpa. 

El perdón, por tanto, es un acto de justicia (la justicia que restablece) y de misericordia (la virtud que restaura lo que una vez estuvo roto). Perdonar significa abandonar tu derecho a devolverle al perpetrador su propia moneda, pero esta pérdida libera a la víctima.

 

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Topics: Pensamiento cristiano, Cristianismo, Religión, Fe, Juan Pablo II

Bernardo Sainz Martínez

Escrito por Bernardo Sainz Martínez

Asistente Académico del área de Entorno Político y Social del Instituto de Alta Dirección de Empresa, IPADE. -Licenciado en Filosofía (Universidad Panamericana). -Miembro de la Red Latinoamericana para la Función Pública de la Fundación Botín. -Especialidad en Estudios Políticos, Sociales y Económicos por el Phoenix Institute. -Miembro fundador de NOUS: formación filosófica, ética y cultural para jóvenes.

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