Carlos Llano pretende en el libro La creación del empleo paliar los efectos negativos del desempleo, tratar de atenuarlos, sabiendo en 1995 que no sería fácil erradicar el desempleo.
Recuerda Carlos Llano a Peter Drucker que proponía cinco dimensiones del acto de trabajar que Druker distingue del trabajo como algo genérico. Así, el desempleo no entraña la eliminación del acto de trabajar, esto es, que se debe trabajar cuando no hay trabajo. Es conveniente hablar de trabajar cuando no se tiene trabajo, en lugar de afirmar que el acto de trabajar debe ser ejercido aunque no se tenga trabajo[1].
Las dimensiones del acto de trabajar son:
Dimensión fisiológica del acto de trabajar:
Ritmo, liberación del trabajador para decidir sobre su jornada con un orden requerido para conseguir el logro de sus objetivos. Debe tener un horario.
Dimensión psicológica del acto de trabajar:
El trabajo es una extensión de la personalidad, es realización, es uno de los modos en que se define, mide, su valía y su ser hombre[2], se sabe capaz de ganarse la vida, de resolver problemas, de ingeniarse realidades, de crear novedades con lo poco que tenga, se puede superar a sí mismo, se motiva.
Dimensión social y comunitaria:
El trabajo constituye el más relevante vínculo que el hombre puede establecer con la sociedad. Más aún, el trabajo es un vínculo social comunitario. No trabajar es desvincularse. El lugar del trabajo se convierte en su comunidad. El trabajo es una forma de servir a la sociedad, por lo que el ser humano tiene el deber de trabajar para la sociedad. La primera ocupación del que carece de ocupación es buscarla[3].
Dimensión económica del acto de trabajar,
que tiene la vertiente del trabajo como medio de vida, como ingreso. Y también la vertiente del costo de producción por parte del empleador que paga sueldo al que trabaja o del cliente que paga por el trabajo con que le ha favorecido el trabajador. Y la vertiente del trabajo como origen del capital, que es producto económico del trabajo ahorrado. "La actividad laborar es el medio privilegiado, de cuantos tiene a su alcance la persona, para procurar el propio y familiar sostenimiento. Como además el hombre es un ser con conciencia de futuro, el trabajo constituye para él un medio, también privilegiado, de alcanzar su seguridad económica para el porvenir. Aquí, visto el trabajo como medio de lograr seguridad a futuro, esta vertiente del trabajo como forma de ganarse la vida colinda con el trabajo como origen del capital"[4].
Dimensión del poder en el acto de trabajar.
Al trabajo ejercido en una organización le es esencialmente inherente una relación de poder. En las situaciones de autoempleo, al hombre le conviene tener subordinados porque los subordinados ejercen sobre el jefe una autoridad no menos fuerte que la del jefe sobre ellos. Las relaciones de mando son siempre recíprocas cuando el mando se ejerce sobre personas inteligentes y libres. Al hombre le conviene tener colegas[5], "una de las notas más beneficiosas que lleva consigo la posesión de un empleo es que con él se cuenta también con estas relaciones laborales ascendentes, descendentes y colaterales, constitutivas de una buena ubicación social del individuo"[6]-
Dimensión del destino del trabajador.
Entraña la dimensión del "destino vital del trabajador. El trabajo se relaciona estrechamente con la misión en el mundo por parte del que lo ejerce. Sea cual fuere su misión o destino, no puede realizarse más que por medio de su trabajo, única manera conocida para que el hombre y la mujer dejen su impronta, huella o poso personal"[7].
NOTA: Revisar el último informe trimestral del Banco de México, que se puede consultar copiando estas ligas en el buscador de Internet:
[1] LLANO, Carlos, La Creación del Empleo. Editorial Panorama. México, D.F. 1995. Ps. 146 y 147 y siguientes.
[2] Ídem, p. 148, citando a Paul Drucker.
[3] Cfr. ídem p. 156.
[4] Ídem ps. 157 y 158.
[5] Cfr. Ídem ps. 166 y 167.
[6] Ídem, p. 167.
[7] Ídem, p. 169.