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Importancia del pensamiento objetivo, evitando el subjetivismo

[fa icon="calendar"] 02-mar-2020 0:00:00 / por Laura Cremades Granja

 

Cátedra Carlos Llano UP-IPADE

Es importante evitar el riesgo del subjetivismo, es decir, de que el enfoque esté puesto en las opiniones de cada uno (con frecuencia influidas por la imaginación), y no en la verdad que la realidad nos presenta. Para contrarrestar el subjetivismo, Carlos Llano pone el énfasis en la objetividad. Él explica que “la inteligencia aprehende la realidad en lo que tiene de universal, no en sus relaciones particulares conmigo, que la conozco. La universalización de la realidad es una suerte de objetivación. Lo bueno en universal no es sólo lo bueno para mí, sino lo objetivamente bueno. Este carácter objetivo se da también en los sentidos, aunque de una manera menos exigente y obvia. El color de un objeto depende, quiérase o no, de la perspectiva bajo la que se le mira; y lo mismo acontece con el gusto o el sonido. Hay en todo conocimiento de los sentidos un entrelazamiento objetivo-subjetivo del que no podemos desprendernos por entero. Este desprendimiento y objetividad es más exigente y obvio en el caso del conocimiento intelectual, poseedor de un grado superior de conocimiento que el que se obtiene por medio de los sentidos. [ ] El conocimiento que nos ofrecen los sentidos están “embebidos en la singularidad, la superficialidad y –en cierto aspecto- la subjetividad. [ ] Por la inteligencia, al objetivar y universalizar, el hombre penetra, por así decirlo, en la rica realidad de su objeto. El conocimiento intelectual es un conocimiento profundo, que se hace cargo del meollo central de cada cosa, tema o asunto, en lo que éstos son propiamente de suyo. [ ] Tales son las tres propiedades que deben adquirirse para que el conocimiento intelectual cumpla su función. Ha de ver las realidades universalmente, objetivamente (con un cierto desprendimiento de sí) y profundamente[1].

Carlos Llano describe que la inteligencia puede presentar dos extremos que hay que evitar: “hay inteligencias a ras de suelo cuyos conocimientos se encuentran muy próximos a los de los sentidos, hasta confundirse con ellos. La inteligencia no alcanza entonces a elevarse por encima de los datos sensibles o no logra hacerlo al grado de alcanzar una visión panorámica de la realidad atendida y de su contexto. [ ] Hay inteligencias que, si se nos permite hablar así, se elevan demasiado, hasta perder tierra: sus conceptos generales guardan apenas relación con los fenómenos sensibles. Como nuestro primer contacto con la realidad se hace siempre mediante los sentidos, al desgajarse la inteligencia de esos mismos sentidos, como si pudiera conocer algo prescindiendo de ellos, pierde al tiempo su vinculación con la realidad misma. Sus presuntos conocimientos no son sino pensamientos vacíos: divagaciones o sueños. [ ] Los hechos sensibles, sin la visión panorámica del entendimiento, resultan confusos, incomprensibles, puntiformes y asistemáticos: necesitan de la ordenación, encuadre y comprensión por parte de la inteligencia. Pero, a su vez, los conocimientos intelectuales, sin su conexión con los hechos sensibles de los que se extrajeron, son deletéreos, vagos, faltos de consistencia: son irreales”[2].

La inteligencia, explica, realiza unos movimientos que asemejan a la respiración y es de notar que en ella entra la afectividad (incluida en la sensibilidad, junto con los sentidos, como se vio anteriormente) -no de manera secundaria, no a modo de consideración- sino como una facultad que forma parte de la persona y que es la que presenta a la inteligencia, junto con los sentidos corporales, la realidad que ésta va a conocer. La descripción es la siguiente y posteriormente se explicará más este importante hallazgo. “La vida de la inteligencia puede describirse así, metafóricamente, como una continua respiración, como un ininterrumpido movimiento alterno de sístole y diástole: partiendo de los sentidos llega a conceptualizar la realidad de modo que alcanza una comprensión más general y profunda que la que los propios sentidos le proporcionaron; pero, en un momento posterior, aplica esos mismos conocimientos intelectuales al devenir de los fenómenos sensibles, para entenderlos mejor y para obtener nuevos datos que enriquezcan el material intelectual ya adquirido. [ ] Este ejercicio pendular que va de lo sensible a la inteligencia y de ésta nuevamente a los sentidos, es el fuelle que alimenta la vida del espíritu. Las solas expresiones sensibles cortan la vida del espíritu por obturación: no puede respirar; las solas ideas desencarnadas y divagantes, lo hacen por enrarecimiento: pueden respirar, pero no hay oxígeno”[3].

Artículo escrito bajo la dirección de Arturo Picos, director de la Cátedra UP-IPADE Carlos Llano.

[1] Llano Cifuentes, Carlos. Formación de la Inteligencia, la Voluntad y el Carácter. ps. 15 y 16. Editorial Trillas. 1999.

[2] Ídem, p. 16.

[3] Ídem, ps. 16 y 17.

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Topics: Diagnóstico en la acción directiva, Pensamiento objetivo, Claridad en la decisión

Laura Cremades Granja

Escrito por Laura Cremades Granja

Colabora con diferentes universidades y programas educativos tanto de manera presencial como en línea. Egresada del MEDE del IPADE, Maestría en Educación Familiar por la Universidad Panamericana, Diplomado en Finanzas por el Instituto Tecnológico Autónomo de México, Ingeniera Biomédica por la Universidad Iberoamericana. Tiene experiencia trabajando en finanzas, planeación y capacitación en diferentes empresas del sector privado, social y gubernamental.

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