Filosofía

Felicidad y capacidad de desprendimiento: Epicteto los caracoles y los hongos

[fa icon="calendar"] 22/05/20 15:50 / por Gabriel González Nares

 

Cátedra UP-IPADE Carlos Llano

Esta pandemia ha enseñado a muchos a vivir sin los lujos y placeres que acostumbrábamos: el cine, la oficina, las fiestas. A otros ha enseñado a desprenderse de realidades más importantes: el trabajo, el sustento, la salud, la estabilidad mental y familiar. Estos bienes se daban por sentados, pero no se valoraron bien hasta que estuvieron perdidos. Y esta pérdida está siendo dolorosa. Hay gente muriendo, gente que llora a sus difuntos, empleados que lloran sus puestos de trabajo, empresarios que lloran sus negocios. Los bienes cotidianos eran los más importantes, y no los valoramos adecuadamente.

Sin embargo, en medio de esta tragedia tenemos la capacidad de sacar varias enseñanzas de nuestras pérdidas y de nuestro dolor. Entre otras muchas cosas, la pandemia es oportunidad para aprender dos cosas: 1) a desprendernos con libertad de lo que nos gusta y a 2) a ser felices con pocas cosas: con lo indispensable.

1) Aprender a ser desprendidos

La pérdida de tantas cosas buenas nos ha dejado desconcertados. Un buen día teníamos salud, estabilidad, familia, riqueza. Al otro, estos bienes se habían ido, y con ellos nuestra felicidad y nuestro sentido de propósito en el mundo. Si habíamos fincado el sentido de nuestra vida en una persona, en un trabajo o proyecto, la finalidad desaparece junto con su fundamento. No es malo disfrutar de las personas y las cosas (que no son iguales) que aparecen en nuestra vida. Sin embargo, conviene aprender a quererlas según su naturaleza y la naturaleza de nuestra vida terrena: no estaremos para siempre aquí.

El que se aferra a un bien temporal como la salud, la riqueza o la estabilidad sufre incluso antes de perderlo, pues desea conservarlo, y su deseo le quita libertad para disfrutar del presente. El aferrado vive en el futuro, y está distraído del mayor bien, que es la felicidad serena, porque el disfrute de las cosas pasajeras y perdibles le ocupa el amor y la mente.

¿De modo que está mal disfrutar de las cosas pasajeras como la salud o como la comida, o el dinero? No. Lo que está mal, y es vicioso es fincar la felicidad de nuestra vida en los bienes pasajeros, sin orientarlos a un bien mayor, como la virtud, la trascendencia o el amor a otros.

El opuesto al aferrado es el desprendido. El que tiene la capacidad de gozar de las cosas sin aferrarse a ellas, pues sabe que sólo son eso: cosas, medios para un fin más valioso y más grande. El desprendido busca los bienes más estables y disfruta de los bienes transitorios sabiendo que pueden desaparecer. Su felicidad no está puesta en las realidades pasajeras, sino en las durables. Por eso su corazón es libre y flexible. No vive atormentado porque deja ser las cosas como son y las disfruta tal cual son, ya sean estables o transitorias.

2) Ser felices con lo indispensable, en el presente

Esto nos lleva a pensar que la felicidad no requiere de muchas cosas, sino de orden y claridad. No necesitamos muchos e intensos placeres, ni grandes y antiguas riquezas. Necesitamos, por una parte, ver con claridad el bien mayor al que nuestra vida está orientada, como la felicidad virtuosa y sencilla. Por otra parte, necesitamos ordenar los pequeños bienes temporales y disfrutarlos en función de su servicio al bien mayor.

Para ser felices basta lo indispensable, una vida sobria y sencilla: comidas templadas, estilo sobrio y elegante. Considerar que nuestra vida está en el presente, no en el futuro ni en el pasado. En el presente está el disfrute y la oportunidad para ser virtuosos. Incluso si hay dificultades, ellas son oportunidad para mostrar que nuestra estabilidad está fincada en nuestro carácter y no en un bien pasajero.

3) El ejemplo de Epicteto: el barco, los champiñones y los mariscos.

Epicteto fue un filósofo que fue esclavo gran parte de su vida. Griego de nacimiento, llegó a obtener su libertad gracias a las leyes romanas en el siglo II. D.C. Epicteto fue famoso porque fue feliz en una vida llena de dificultades. Incluso se ganó la admiración del joven emperador Marco Aurelio. Es así que Epicteto tiene un ejemplo muy claro sobre el desprendimiento para la vida feliz. Nuestra vida puede compararse a un viaje que hacemos en barco. Si tocamos tierra, el capitán puede mandarnos por agua. Nosotros en el camino podríamos recoger caracoles y hongos, pero estaríamos atentos a la voz del capitán por si el barco se va. Así, estaríamos listos siempre para irnos y dejaríamos inmediatamente los caracoles y hongos que estuviéramos recolectando para evitar que el barco nos deje. El bien mayor es la destinación final a la que el capitán nos lleva en su barco, no los caracoles y los hongos.

Podemos aprenderlo de un modo más claro si leemos directamente a Epicteto: “Imagínate que, estando embarcado, el barco echa anclas y tú desembarcas. Si vas a la playa a buscar agua, podrías entretenerte por el camino juntando almejas o setas. Pero tus pensamientos y tu atención deberían estar puestos en el barco, esperando la llamada del capitán; porque ante esa llamada deberías dejar inmediatamente lo que te entretiene, no sea cosa que te vengan a buscar y te arrojen a bordo atado de pies y manos como un cordero. En la vida sucede lo mismo. Si te es dada una esposa o un hijo está bien que los ames y los disfrutes. Pero si llama el capitán, tendrás que dejarlos e ir hacia el barco sin mirar atrás. Y si ya eres viejo, nunca te alejes de la nave; no vaya a suceder que te llamen y no estés en condiciones de presentarte.”[1]

Para Laura G.L

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[1] Epicteto, Manual, 7, Trad. Denes Martos, https://web.archive.org/web/20131002132645/http://www.laeditorialvirtual.com.ar/pages/Epicteto/Enquiridion.html

 

Topics: Filosofía de la praxis, Epicteto, Aceptación de la realidad

Gabriel González Nares

Escrito por Gabriel González Nares

Gabriel González Nares es maestro en Filosofía Antigua por la Universidad Panamericana, México y licenciado en Filosofía por la misma universidad. Ha sido profesor de filosofía en el Colegio Montreal y en el departamento de Humanidades de la Universidad Panamericana, donde, en la actualidad, es profesor investigador de tiempo completo en la escuela de pedagogía. Ha asistido a congresos sobre filosofía medieval en Santiago de Chile, Nueva York, París y Atenas. Se interesa por la filosofía de la educación, la metafísica y la Dialéctica medieval, especialmente en la transición de la Antigüedad tardía a la Alta edad media latina. Es miembro de la Asociación filosófica de México y columnista en la Cátedra UP-IPADE Carlos Llano.

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