Filosofía

Kierkegaard y la confesión

[fa icon="calendar"] 2/04/18 10:43 / por Héctor Chávez

 

Carlos Llano Catedra UP-IPADE

En 1847, Kierkegaard escribió Discursos edificantes en varios espíritus, hablando de la revelación, aunque sin autoridad (no era un pastor ordenado). Entre los tres discursos, el Discurso de Ocasión, está escrito respecto al tema de la confesión. En la Iglesia Luterana Danesa, también existe la figura de la confesión, por lo que Kierkegaard dirá que lo importante, pues, para poder hacer la confesión, es que uno tiene que hacer examen de conciencia, identificar el pecado cometido y confesarlo con sinceridad y arrepentimiento.

La eternidad del ser humano

El ser humano tiene una dimensión eterna, es decir, no existe propiamente el antes y el después, sino que el tiempo se vuelve un tiempo continuo, un permanente presente. Esto es, algo así, la perspectiva de Dios, quien puede ver la imagen perfecta y que no distingue el antes y el después. Desde esta otra perspectiva, el pecado cometido no queda propiamente en el pasado, sino que queda inserto en el continuo que es el yo.

Dios si perdona los pecados, uno mismo no puede hacerlo, pues sería blasfemia. Lo que es un error, es considerar el pecado como que está separado de uno mismo, ese pecado es parte de nuestro ser. Respecto a la confesión, si bien en el protestantismo existe la figura de la confesión, no existe de manera sacramental como en el catolicismo.

La confesión en el protestantismo

Se puede confesar (en el protestantismo) el pecado de tres maneras:

  • Confesarse a uno mismo: confesión personal: examen de conciencia que es difícil que sea genuino porque la voluntad puede manipular la descripción que se hace de los actos.
  • Hacerlos frente a un confesor: aunque se puede engañar al confesor con la misma facilidad con la que uno se puede engañar a sí mismo, que se trata de un engaño inconsciente, la llamada racionalización, “esto no es un pecado porque lo hice con buena intención”.
  • Frente a Dios: la única confesión genuina, pues puede evitar el tema del engaño por la cuestión de la omnisciencia divina, ya que no se le puede decir algo que Él no sepa, pues no tendría ningún punto el engañarlo, no se le estaría contando algo que no sepa, no se aprende nada de Dios, pero de uno mismo sí: al estar frente a Él, el hombre se puede contemplar a sí mismo desde esta perspectiva, se da cuenta que cometió un pecado y que es absolutamente responsable frente a ese pecado cometido.

En la confesión, lo que se hace es contar nuestra propia historia para darle sentido nuestra existencia. El individuo se percata en el pecado de la continuidad que es el propio yo, y podríamos decir que el yo es la suma, no de sus acciones concretas, sino de sus decisiones, el acto de voluntad con el que realizó las acciones.

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Topics: Filosofía, existencialismo, confesión

Héctor Chávez

Escrito por Héctor Chávez

Egresado de la Facultad de Filosofía de la Universidad Panamericana, asistente de tesis del Dr. Javier Duarte Schlageter (profesor del área de dirección financiera en el IPADE), Psicoanalista por parte del Círculo Psicoanalítico Mexicano, Subdirector General de la Revista Kya! (Arte.Cultura.Entretenimiento), Conductor del programa de radio por Internet In.Cultura en Digital Media Radio, Miembro Asociado de la Sociedad Académica Kierkegaard, colaborador invitado en Estudios Latinoamericanos por la Wichita State University (Kansas).

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