Filosofía

Mauricio Beuchot: 70 años de un profesor cercano y humanista eminente

[fa icon="calendar"] 23/11/20 10:57 / por Gabriel González Nares

 

Cátedra UP-IPADE Carlos Llano

 1. Anécdota


Fui a Chile a un congreso cuando era yo un joven estudiante de posgrado. Ahí coincidí con Mauricio Beuchot Puente, quizás el filósofo mexicano vivo más importante. Coincidí con él tanto en los intereses académicos, como en los detalles logísticos de aquella ocasión, pues nos hospedamos en la misma casa de formación en Santiago. Yo había llegado un día antes que él, de modo que lo vi hasta el día siguiente, justo cuando estaba recién aterrizado. Era muy temprano en la mañana y ya era tiempo de ir a las sesiones académicas. Me sorprendió que el filósofo mexicano más importante llegara a un congreso en otro país sólo con una maleta de mano y un portafolios. Nada más. -¿Cómo estás?-me dice-Dormí en el avión y no estoy cansado.- Sólo deja su pequeño equipaje y nos vamos al congreso de filosofía medieval.

Yo ya lo había conocido en Mixcoac hacía tiempo. Su altura imponente contrasta con su amabilidad y sencillez. En esa fría mañana chilena nos esperaba ya el transporte de académicos para ir al congreso. Todo el camino fui acompañando a Mauricio. Durante las sesiones comentábamos lo expuesto. Durante los descansos comíamos junto con los colegas que compartían ese espacio amistoso de aprendizaje. Así pasaron los días del congreso hasta que llegó el tiempo de la sesión magistral de clausura que estaba a cargo de Mauricio. Sin saberlo bien había yo estado acompañando al invitado de honor de todo el congreso. Era difícil pensar que aquel hombre jovial y barbado era el autor de más de cien libros; y uno de los profesores más importantes de Latinoamérica.

Llegó la hora de la ponencia magistral. Se notaba el dominio del tema, bien aderezado con anécdotas, y una cercanía empática para los alumnos que lo estaban escuchando. Muchos piensan erróneamente que la filosofía medieval es mortalmente aburrida, pero la pasión con la que Mauricio habla de ella se contagia a todos los que lo escuchan. Tanto menciona con profunda erudición los argumentos de Tomás de Aquino, como cuenta anécdotas de un modo jocoso. Su carácter franco norteño lo delata. A la hora del vino de honor, la conversación continuaba entre académicos que se saben amigos, y había continuidad entre el aprendizaje, la conversación y el buen momento.

2. Perfil educativo

Mauricio Beuchot (Torreón, 1950) es el ejemplo de que el norte de México no sólo ha producido técnicos, sino también humanistas. Hijo de un ingeniero de origen cajun y de la dueña de una papelería, desde su juventud se dedicó a las letras y a la enseñanza. Luego de su instrucción básica en Torréon y en San Luis Potosí, estudió humanidades, filosofía, griego y latín como parte de su formación en la Orden de Predicadores, los dominicos. Y es que hay que decir que Mauricio Beuchot es fraile y sacerdote católico, y en gran medida es un gran maestro porque ha hecho de su vida un ejemplo, como un buen seguidor de la tradición de la vida religiosa. Durante una temporada estudió en la Universidad de Friburgo en Suiza junto Józef Maria Bocheński, el matemático y lógico dominico polaco que hizo una reflexión sobre la importancia del lenguaje, del diálogo y de la argumentación.

Luego de doctorarse en la Universidad Iberoamericana con una tesis sobre los universales en la filosofía medieval, Mauricio se dedicó a la investigación y a la enseñanza. Desde 1985 ha estado en la UNAM como profesor investigador. Ahora, Mauricio es miembro del Sistema nacional de investigadores nivel II, sin embargo, en sus inicios comenzó en el Instituto de investigaciones filosóficas haciendo lógica analítica dura. Él mismo cuenta que le aburrió la univocidad y la cuadratura de sus colegas analíticos. Por eso se cambió al vecino Instituto de investigaciones filológicas. Desde entonces esta es su casa. Ahí está su oficina, donde atiende a sus alumnos y coordina el Seminario de hermenéutica, o sea, de la interpretación de textos humanísticos.

3. La aportación de la hermenéutica analógica

De hecho, esta es su mejor aportación al campo de las humanidades: la hermenéutica analógica, sobre la cual ha escrito decenas de libros, y la ha aplicado a casi todas las ramas de la filosofía, e incluso la ha trasplantado a disciplinas como la pedagogía o la poesía. Pero, ¿qué es la hermenéutica analógica? Esta aportación mexicana novedosa a la filosofía comienza con un problema laboral que Mauricio descubrió. Cuando él trabajaba con filósofos analíticos, en el Instituto de investigaciones filosóficas, notó que sus colegas trataban de ser muy exactos en su lenguaje: precisos de mente, evitadores de las confusiones y de la ambigüedad. Matemáticos del lenguaje. Esto aburrió a Mauricio por la seca y rutinaria, aunque eficaz, metodología analítica. Por eso se cambió al Instituto de investigaciones filológicas. Ahí sus colegas eran el polo opuesto. Les gustaba los juegos del lenguaje y la metáfora, que es la base de la poesía y de la literatura. No temían usar un lenguaje abierto a las equivocidades.

De modo que el cambio fue confuso. Pasó Mauricio de un ámbito académico donde se privilegiaba la univocidad, es decir, la exactitud de las palabras con significados únicos y estrictos; a un ámbito en el que se disfrutaba de la equivocidad, es decir, en donde las palabras pueden tener diversos significados en función de su contexto, y por eso, se puede hacer juegos de lenguaje, metáfora y poesía. Ambos extremos pueden tener dificultades. El de la univocidad carga el peso de que difícilmente una palabra puede comunicarse con otra, pues los significados son siempre estrictamente la misma palabra. Es decir, hay un sólo y único significado para cada palabra. No se podría tomar una palabra en sentido figurado, porque el sentido figurado se presta a la confusión, cosa que no es deseable para la estabilidad del conocimiento. Por otra parte, el extremo de la equivocidad corre el riesgo de que las palabras puedan confundirse unas con otras porque puedan compartir, sin orden, el mismo significado.

Pongamos un ejemplo de todo esto. En el pensamiento unívoco, la palabra “azul” siempre se refiere al color del cielo; usarlo en otro sentido se presta a la ambigüedad. Por otra parte, en el pensamiento equívoco, la palabra “azul” podría referirse tanto al color del cielo como a un estado de ánimo triste. Pero esta equivocidad se prestaría a la confusión, pues podríamos entender que si el cielo es azul, podría estar triste, o que si una persona se siente “azul”, realmente tiene el color del cielo, pero, de hecho, ambas cosas no tienen sentido porque ni el cielo está triste ni las personas son de color azul.

A simple vista esta confrontación parece una mera frivolidad académica, sin embargo es bastante seria, pues representa la oposición que hay entre dos corrientes vivas de la filosofía. El pensamiento unívoco se identifica con la filosofía analítica, donde el método es científico, serio, riguroso y preciso, pero bastante seco y frío, sin mucho lugar para la metáfora. El pensamiento equívoco se identifica con la filosofía posmoderna, donde hay mucha libertad, apertura a las metáforas, a la interpretación subjetiva y a la poesía, pero hay riesgo de equivocaciones, ambigüedades y malentendidos. Así que hay poco entendimiento entre ambos modos de hacer filosofía: unos filósofos no entienden a otros, y por eso no se soportan fácilmente entre sí. De modo que, ¿se puede buscar una solución? ¿Hay algún término medio entre la univocidad y la equivocidad? ¡Claro!, entre ellas dos está la analogía, que modera entre lo mismo y lo diferente. Ella puede hacer más flexibles los significados de las palabras, sin que se estiren tanto como para caer en la ambigüedad. Mauricio estaba entre estas dos maneras de pensar, de hacer filosofía y de educar, y pudo encontrar la solución volviendo a los clásicos, regresando al estudio de Aristóteles y el pensamiento medieval.

La hermenéutica analógica pretende mediar entre lo unívoco y lo equívoco; entre lo mismo y lo diferente. De modo que lo análogo no se refiere sólo a lo puramente igual o a lo puramente diferente, sino a lo que es en parte igual y en parte diferente. En palabras más técnicas: “la hermenéutica analógica aspira a lograr cierta unidad; que exige no una única interpretación posible o válida, pero tampoco una apertura hasta el infinito de las interpretaciones.” Con la hermenéutica analógica, Mauricio Beuchot encontró una herramienta muy eficaz y útil para mediar entre las interpretaciones positivistas duras y frías, y las interpretaciones subjetivistas y relativistas. De este modo, la moderación de la analogía da un acercamiento amable y moderado a los grandes problemas de la filosofía, pero también de la educación. La analogía privilegia el diálogo, pues piensa que dos perspectivas, aparentemente opuestas, no necesariamente lo están; sino que ambas pueden complementarse y entender el mundo con más detalles.

Entonces, ¿cuál es la aportación de Mauricio Beuchot en el sentido pedagógico?, pues que la pedagogía analógica es la pedagogía que privilegia el diálogo como la herramienta para acortar la distancia entre los que creen que están en oposición. De este modo, el doctor Mauricio Beuchot ha sido el maestro del diálogo y de la analogía, es decir, de la capacidad de encontrar lo mismo en medio de lo diferente, así como los detalles que diferencian a dos cosas muy semejantes. Esta capacidad de ver la realidad de un modo analógico es difícil de inculcar en los discípulos y se suscita con ejercicio diarios, con diálogo y con exposición a las opiniones diferentes a las nuestras. El doctor Beuchot es el pedagogo del diálogo analógico. Ha formado a muchas generaciones de filósofos, pedagogos y humanistas y es testimonio vivo de que se puede ser un gran maestro combinando la erudición, la disciplina, la bondad y el buen humor. Felices 70 años al Dr. Beuchot.

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Gabriel González Nares

Escrito por Gabriel González Nares

Gabriel González Nares es maestro en Filosofía Antigua por la Universidad Panamericana, México y licenciado en Filosofía por la misma universidad. Ha sido profesor de filosofía en el Colegio Montreal y en el departamento de Humanidades de la Universidad Panamericana, donde, en la actualidad, es profesor investigador de tiempo completo en la escuela de pedagogía. Ha asistido a congresos sobre filosofía medieval en Santiago de Chile, Nueva York, París y Atenas. Se interesa por la filosofía de la educación, la metafísica y la Dialéctica medieval, especialmente en la transición de la Antigüedad tardía a la Alta edad media latina. Es miembro de la Asociación filosófica de México y columnista en la Cátedra UP-IPADE Carlos Llano.

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