Filosofía

¿Con quién empieza la filosofía moderna?

[fa icon="calendar"] 24/04/17 6:00 / por Diego Espinoza Bustamante

Con quién empieza la filosofía moderna.jpgEl contenido del término “modernidad” se utiliza comúnmente para contrastar esa época con la antigüedad y la edad media, mientras que el significado del término “moderno” cambia dependiendo del contraste que uno quiera hacer. Por ejemplo: los historiadores suelen utilizar el término “moderno” para significar eventos del siglo XIX, tales como la revolución industrial, el nacimiento del capitalismo, la institución de la democracia representativa como paradigma de sistema político o la urbanización.

Por su cuenta, los filósofos utilizan usualmente el término “moderno” para significar el período de tiempo iniciado aproximadamente en el siglo XVI, el cual desacreditaba a la filosofía escolástica y contenía movimientos intelectuales como el Renacimiento, la Reforma Protestante y la Contrarreforma, continuando hasta el siglo XVII, siglo al cual se le ha bautizado con el nombre de “La Era de la Razón”, y culminando en el siglo XVIII con la Ilustración.

*[1] Este trabajo es una adaptación del trabajo de R. Ariew (2014: 114-26) para los propósitos de esta entrada al blog.  

El cogito y la modernidad

Es un lugar común acreditar a Descartes como el padre de la modernidad. En efecto: pocos historiadores de las ideas negarían que fue Descartes quien fijó la agenda de la incipiente filosofía moderna. Numerosos elementos de las célebres Meditaciones pueden ser etiquetadas con el adjetivo de “moderno”, de manera que sirvan para contrastar con tesis de corte escolástico. Entre estos elementos se encuentran el uso radical del escepticismo como herramienta para refutar al escéptico y unir nuevamente la epistemología y la filosofía de la ciencia, estrategia que produjo una filosofía de la ciencia basada en la epistemología; y el uso del cogito como primer principio del conocimiento (M. F. Burnyeat 1981: 138).

Descartes era consciente de que su cogito se rastreaba desde San Agustín. Con todo, Descartes se desmarcó de San Agustín alegando que él, a diferencia de San Agustín, utiliza el cogito para probar que los seres humanos somos substancias inmateriales y, por ende, inmortales. Empero, la estrategia que Descartes se atribuye a sí mismo no es del todo suya. En efecto: el apologeta francés Jean de Silhon hizo uso del cogito para fundamentar la existencia de Dios y, así, probar la inmortalidad del alma. En este contexto, es curioso que el uso del cogito no haya sido diseñado para fines modernos (sea lo que eso signifique), sino para defender el status quo, a saber, la existencia de Dios y la inmortalidad del alma.

 

¿Moderno?

Los elementos comúnmente considerados modernos como el cogito o la negación de las causas finales como explicación científica (por poner un ejemplo paradigmático) no son tan modernos: por un lado, tenemos que el uso del cogito en el siglo XVII es la evolución del cogito agustiniano; y, por otro, tenemos que Ockham ya negaba que las causas finales pudiesen tener algún papel explicativo en los eventos naturales. En contraposición a Ockham, de hecho, modernos de segunda generación como G. W. Leibniz y Robert Boyle reintrodujeron las causas formal y final en el quehacer científico.

El surgimiento de la filosofía moderna y el desvanecimiento de la filosofía escolástica, entonces, no pueden ser explicados señalando simplemente una doctrina o conjunto de doctrinas aparentemente novedosos. Al mismo tiempo, si uno quiere entender el término “moderno” en filosofía, hay que prestar atención a cambios sociales e institucionales, así como a la tendencia (tal vez inaugurada por Descartes) de hacer filosofía en lengua vernácula y al inicio de las sociedades científicas. Filósofos modernos como Descartes comenzaron a ingeniar sistemas filosóficos contrapuestos a las enseñanzas escolásticas y al tradicional método de hacer comentarios a las obras de Aristóteles. Por su cuenta, la segunda generación de filósofos modernos ya se veía a sí misma en la encrucijada entre la filosofía cartesiana y la filosofía escolástica, junto con el neo-epicureísmo del cura católico Pierre Gassendi. Al paso del tiempo, las discusiones filosóficas se llevaban a cabo teniendo como telón de fondo los desacuerdos entre empiristas y racionalistas, teniendo siempre en mente el trabajo de Descartes, Locke y Hume. Para el arribo de Kant a la historia de la filosofía, el término “escolástica” ya no refería a la obra de San Alberto Magno, San Buenaventura o Santo Tomás de Aquino, sino al de Christian Wolff.

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Diego Espinoza Bustamante

Escrito por Diego Espinoza Bustamante

Licenciado en filosofía por la Universidad Panamericana. Actualmente trabaja como adjunto de rectoría de la Universidad Panamericana y como Asistente de Investigador adscrito al Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. Sus intereses filosóficos tienen que ver con metafísica de la mente, metafilosofía, filosofía cristiana y teorías de la verdad. También le interesa la historia de la filosofía medieval, de la filosofía analítica y del pragmatismo americano, así como el cultivo de autores; por ejemplo, Santo Tomás de Aquino, Guillermo de Occam, John Dewey, Ludwig Wittgenstein y W. V. O. Quine.

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