Filosofía

Duns Escoto y la existencia de Dios

[fa icon="calendar"] 21/11/17 5:00 / por Diego Espinoza Bustamante

Duns-Scoto-y-la-existencia-de-Dios.jpgPara probar la existencia de Dios, Escoto parte de la conveniencia de mostrar que se requiere un tipo de entidad que sea primera a todo lo demás.

 Esta entidad debe poseer ciertos atributos en virtud de los cuales la podamos nombrar “Dios”. Dicho prontamente, la anatomía del argumento de Escoto es de la siguiente manera:

  1. Hay un primer agente.
  2. Hay una última meta de actividad.
  3. Hay un ser máximamente excelente.
  4. Estos tres atributos son co-extensivos.
  5. Un ser que exhibe alguno de estos atributos debe ser infinito.
  6. Solamente puede haber a lo mucho un Dios.
  7. Dios debe ser simple.

 

Dado (4), Escoto simplemente prueba contundentemente la existencia de una entidad que posea (1), (2) o (3). De igual manera, la existencia de cualquiera de uno de estos tres atributos permitirá a Escoto la existencia de los otros dos faltantes.

 

El argumento no-modal

El argumento no-modal descansa en la distinción entre las series accidentales de causación de las series esenciales de causación. Las series accidentales son aquellas en las cuales el agente inicial x de la serie causal causa que w tenga un atributo F, de manera que w siendo F no es suficiente para algún efecto posterior z. En cambio, la relación causal entre los miembros de las series esenciales es transitiva, es decir, y depende necesariamente en x para producir el efecto z. En este orden de ideas, el argumento no-modal comienza por el hecho empírico de que hay efectos y por la necesidad de que un efecto debe ser causado por algo distinto a él mismo. Asimismo, Escoto invoca a las series esenciales de causación para imponer la necesidad de apelar a un primer agente de causación.

 

El argumento modal

El argumento modal empieza por la premisa lógicamente necesaria de que (a) es posible que algo sea causado. La premisa (a) implica que (b) es posible que algo sea un agente. Dada la imposibilidad que Escoto cree detectar en series esenciales de causación infinitas, se infiere que (c) es posible que algo sea un primer agente. Más aún: Escoto alega que (c) algo puede ser un primer agente. La siguiente premisa dice que (d) si es posible que algo sea esencialmente un primer agente no-causado, entonces es necesario que haya un ser esencialmente no-causado. De manera que, (5) si es posible que algo sea un primer agente, entonces es necesario que algo sea un primer agente. Dado (3) y (5), se sigue que (6) es necesario que haya un primer agente, lo cual implica, de nuevo, que (3’) algo puede ser un primer agente.

 

La existencia de una última meta de actividad

Escoto comienza suponiendo que nuestras acciones están orientadas hacia metas. Desde la teleología aristotélica, es fácil aceptar que las metas cumplen un rol explicativo sobre las acciones, a saber, como causas finales: quiero hacer a para conseguir b, y quiero b para conseguir c. Garantizada esta cadena teleológica, Escoto señala que no puede existir una cadena infinita de metas; de lo contrario, no habría explicaciones teleológicas. Lo que Escoto quiere alegar es que Dios es la meta última de nuestras acciones: mientras que amamos a y b en vistas a c (y a c, quizá, en vistas a d), a Dios lo amamos por sí mismo.

 

La existencia de un ser máximamente excelente

A partir de (4), Escoto alega que ser una entidad esencialmente no-causada es un gran atributo. Por tanto, cualquier ser máximamente excelente debe ser no-causado. De ahí que: (i) si es posible que haya un ser máximamente excelente, entonces es necesario que algo sea máximamente excelente. De (i), Escoto infiere que (ii) es posible que algo sea máximamente excelente y, por ende, que (iii) es necesario que algo sea máximamente excelente.

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Diego Espinoza Bustamante

Escrito por Diego Espinoza Bustamante

Licenciado en filosofía por la Universidad Panamericana. Actualmente trabaja como adjunto de rectoría de la Universidad Panamericana y como Asistente de Investigador adscrito al Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. Sus intereses filosóficos tienen que ver con metafísica de la mente, metafilosofía, filosofía cristiana y teorías de la verdad. También le interesa la historia de la filosofía medieval, de la filosofía analítica y del pragmatismo americano, así como el cultivo de autores; por ejemplo, Santo Tomás de Aquino, Guillermo de Occam, John Dewey, Ludwig Wittgenstein y W. V. O. Quine.

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