Filosofía

Modernidad y Empresa Contemporánea

[fa icon="calendar"] 27/09/16 11:00 / por Diego Espinoza Bustamante


Cátedra Carlos Llano empresa En la actualidad, el director de empresa enfrenta diversos retos; por ejemplo, la globalización de los mercados, la internacionalización del capital, la especialización de la producción o las redes informáticas y tecnológicas.[1] “Los hechos históricos nos obligan a decir que los empresarios se encuentran en una situación que los está forzando a cambiar el modo de hacer empresa”.

Las empresas modernas

El nuevo modo de hacer empresa exige un nuevo modo de ser por parte del empresario y, más radicalmente, un nuevo modo de ser hombre. La razón de esto es que la empresa es, antes que nada, una comunidad de personas que aportan trabajo, organización y capital. No es descabellado decir, por tanto, que la empresa arranca principal y primordialmente desde las personas humanas, quienes se revelan cómo son en la trama por conseguir un fin común mediante la muta cooperación.

Es bien sabido que la figura del hombre de empresa de hoy se distingue por el sentido de competencia que brinda a su vida; no en balde, Llano etiqueta la competencia como una de las dos formas esenciales de la relación en las empresas. Sin embargo, acentuar en exceso la competencia puede resultar abrumador, hasta llegar a atrofiar la capacidad innata de los seres humanos para emprender tares en común.

Si bien es cierto que Carlos Llano señala que la competencia es condición necesaria para no paralizar los procesos mercantiles, también es cierto que desde la teoría del management de Llano la colaboración es la segunda forma esencial de las relaciones en las empresas. En este orden de ideas, Llano subraya la palabra cooperación en la concepción que tiene sobre la empresa. En otro lugar comenté que Carlos Llano era enemigo acérrimo de la modernidad por haber puesto entre paréntesis o, peor aún, borrado del mapa de la filosofía, la pregunta por el ser.

Al margen de gustos y disgustos, Llano nos ha indicado en sus obras que el paradigma de empresa que se tiene hoy en día proviene de la época moderna. Lo que a continuación se ofrece es un bosquejo de los puntos capitales heredados de la modernidad al paradigma aún vigente de empresa.

 

Razón instrumental

La modernidad privilegia la razón instrumental, término que no es más que una manera de englobar en conjunto a la razón tecnológica y práctica, quizá pragmática. La finalidad de la razón humana es inminentemente pragmática, pues nos debe de servir para transformar y dominar el mundo. Dicho prontamente, hay que “saber para poder”. 

 

Fe en el progreso

El hombre moderno cree ciegamente en la razón por su capacidad para dominar y transformar el mundo. Es gracias a la dominación y la transformación del mundo que el hombre progresa, pues la razón instrumental nos habilita para desarrollar “mejores técnicas, sistemas y proyectos de manera que la historia humana sería siempre ascendente”.

 

Exactitud matemática

El afán de exactitud matemática del hombre moderno se rastrea desde René Descartes, filósofo francés que señaló que el método y el lenguaje matemático proporcionan más claridad y precisión en nuestro conocimiento. Así, el individuo moderno intenta matematizar la realidad, convertirla “en caracteres matemáticos”.

 En este estado de cosas, los ideales de la modernidad se concretizaron en dos modelos económicos diametralmente distintos, a saber, el liberalismo y el marxismo. Si bien es cierto que ni el liberalismo ni el marxismo se mantienen a la fecha en su estado original, sus engendros continúan caminando por ahí; por ejemplo, el llamado “neoliberalismo” o las tendencias de “izquierda”. En cualquier caso, a raíz de la caída del comunismo y del muro de Berlín, el neoliberalismo quedó como el modelo económico dominante.

A grandes rasgos, el neoliberalismo busca respetar las leyes del libre mercado, regidas por la ley de la oferta y la demanda, con ocasión de lograr una sociedad donde la riqueza esté mejor distribuida. Los valores hegemónicos de las sociedades neoliberales son la tolerancia, la pluralidad y la propiedad privada. El problema aquí es que su cosmovisión es exclusivamente económica y pragmática. Por tanto, no resulta extraño que el neoliberalismo no intente comprometerse con algún ideal de ser humano. En efecto: “los conceptos ‘ser humano’ y ‘mundo’  son, para el liberal, asuntos del mundo vital, por lo que no tienen por qué hacerse públicos y, mucho menos, influir en el mercado o el Estado”.

 En suma, “tanto la razón matemática como económica de la Modernidad han intentado hacer del mundo una realidad homogénea, al querer reducir a dos categorías: medida y precio. Dicha labor de igualación, ligada al capitalismo, ha abolido la realidad particular del yo humano”. Ante esta realidad que afecta al mundo y, por extensión, a la empresa, Carlos Llano concentró gran parte de su esfuerzo intelectual en articular toda una teoría del management en torno a la persona humana. Como bien señala tal vez uno de los más fieles discípulos de Llano: “la finalidad principal en las obras antropológicas y de filosofía práctica [de Llano] es retomar el valor de la persona en la organización, no el sistema encima de la persona sino la persona siendo el ‘exitus’ y el ‘reditus’ de toda la organización llamada empresa”.

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 [1] Véase: De la Vega Morell, Nahum: Carlos Llano en resumen, Ediciones Ruz, Estado de México 2009, 41-48.

Topics: Management, Empresa, Filosofía

Diego Espinoza Bustamante

Escrito por Diego Espinoza Bustamante

Licenciado en filosofía por la Universidad Panamericana. Actualmente trabaja como adjunto de rectoría de la Universidad Panamericana y como Asistente de Investigador adscrito al Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. Sus intereses filosóficos tienen que ver con metafísica de la mente, metafilosofía, filosofía cristiana y teorías de la verdad. También le interesa la historia de la filosofía medieval, de la filosofía analítica y del pragmatismo americano, así como el cultivo de autores; por ejemplo, Santo Tomás de Aquino, Guillermo de Occam, John Dewey, Ludwig Wittgenstein y W. V. O. Quine.

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