Filosofía

Santo Tomás y San Agustín

[fa icon="calendar"] 28/11/17 5:00 / por Diego Espinoza Bustamante

Santo-Tomas-y-San-Agustin.jpgUno de los autores que más influyó en el pensamiento de Santo Tomás fue San Agustín

La influencia de San Agustín en los siglos XII y XIII en el mundo latino medieval no puede ser pasada por alto: sus libros constituyeron los primeros libros de referencia de cualquier biblioteca académica del momento. En efecto: tanto franciscanos como dominicos embebieron de la autoridad teológica y filosófica de San Agustín.


No hay duda que Santo Tomás reconoció la importancia del pensamiento teológico de San Agustín. Si bien es cierto que ambos autores tuvieron tensas diferencias intelectuales, Santo Tomás siguió muy de cerca a San Agustín en lo tocante a la teología trinitaria, y cuestiones sobre la Divina Providencia y la gracia. En cambio, en filosofía, Santo Tomás se desmarca de San Agustín: aun cuando el primero acepte la noción de causalidad y el ejemplarismo agustiniano, Santo Tomás rechaza fuertemente las enseñanzas metafísicas de San Agustín, así como las tesis centrales de la epistemología y psicología de San Agustín, a saber, la teoría de la iluminación divina y las razones seminales.

 

Iluminación divina

Para Santo Tomás, el intelecto humano tiene una luz natural que le basta para conocer verdades naturales; por tanto, los seres humanos no necesitan una iluminación especial proveniente de Dios para alcanzar conocimiento natural. Según Tomás, el conocimiento se desprende de los sentidos, los cuales desencadenan una serie de eventos cognitivos que terminan en operaciones intelectuales, a saber, formular conceptos, hacer juicios y razonar. Los mecanismos de la cognición nos bastan para conocer el mundo sensible.

En contraposición a la visión naturalista de Santo Tomás, San Agustín concluye en el De Magistro que las palabras por sí solas no enseñan algo sobre el mundo a menos que estemos previa y directamente familiarizados con sus referentes. Así, San Agustín expone que debe haber unos tipos (en el sentido de types) universales que puedan ser vistos bajo la luz de la verdad, a saber, bajo la iluminación divina.

La conclusión de este argumento también es corolario de otros dos argumentos. El primer argumento surge por la influencia intelectual que tuvo Platón y el neoplatonismo de Plotino y de Porfirio en el pensamiento de San Agustín. Dicho prontamente, Platón alegaba que hay algunos conceptos que no son asequibles mediante la experiencia, pues gran parte de nuestra experiencia es deudora de esos conceptos; por ejemplo, conceptos como unidad y todo, los cuales son necesarios para entender las cosas más comunes y corrientes como de que hay una gran número de cosas sobre mi escritorio mientras escribo. Esta tesis platónica se encarna en San Agustín de la siguiente manera: el rango de objetos que no son derivables del conocimiento sensorial informan nuestro pensamiento y se predican con verdad de sus instancias sensibles, aun cuando éstos mismos no procedan de las cosas sensibles. Estos objetos son prioritarios a cualquier experiencia sensorial y se tornan disponibles a nuestro aparato cognitivo gracias a la luz presente en la mente de toda creatura intelectual.

El segundo argumento invoca a la eternidad de la verdad. Según San Agustín, hay ciertas verdades (v.gr.: el todo es mayor que la parte) que seguirían siéndolo aún en carencia de cosas sensibles o situaciones concretas que responda a la concreción de estas verdades. Empero, esta observación es incompatible. Lo que hace que esas verdades sean verdaderas de facto son las entidades creadas. En efecto: la verdad de estas proposiciones inmutable y eterna, mientras que las entidades creadas son cambiantes y temporales. Por tanto, San Agustín concluye que debe haber algo prioritario a las entidades sensibles conocidas y a los mismos cognoscentes que nos permita entender las verdades eternas como verdaderas, pues ni las entidades sensibles de las cuales se formulan las proposiciones ni los que formulan las proposiciones son la fuente de la inteligibilidad de esas verdaderas eternas. La fuente de que entendamos esas verdades es Dios, la Eterna Verdad que ilumina la mente.

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Diego Espinoza Bustamante

Escrito por Diego Espinoza Bustamante

Licenciado en filosofía por la Universidad Panamericana. Actualmente trabaja como adjunto de rectoría de la Universidad Panamericana y como Asistente de Investigador adscrito al Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. Sus intereses filosóficos tienen que ver con metafísica de la mente, metafilosofía, filosofía cristiana y teorías de la verdad. También le interesa la historia de la filosofía medieval, de la filosofía analítica y del pragmatismo americano, así como el cultivo de autores; por ejemplo, Santo Tomás de Aquino, Guillermo de Occam, John Dewey, Ludwig Wittgenstein y W. V. O. Quine.

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