Filosofía

Teorías de la verdad según la filosofía

[fa icon="calendar"] 15/08/17 6:00 / por Diego Espinoza Bustamante

verdad_filosofia.jpg“Pilato le dijo: ‘¿Qué es la verdad?’ Y después de decir esto, se dirigió otra vez a los judíos” (Jn18: 38). A lo largo de la historia de la filosofía han surgido teorías de la verdad cuyo principal interés ha sido responder a la pregunta de Pilato.

 Si bien es cierto que la gama de teorías y autores es amplia, típicamente se enmarcan en las siguientes posturas: coherentismo, pragmatismo y correspondentismo. Para efectos de esta exposición dejaré de lado la teoría de la verdad ofrecida por el pragmatismo (si es que hay un único pragmatismo) para concentrarme en desarrollar las tesis centrales del coherentismo y del correspondentismo, atendiendo, además, a las objeciones que comúnmente se les plantean y a las teorías alternativas que se han propuesto, a saber, lateoría de la verdad de Tarski, la teoría redundante de la verdad de Ramsey, el deflacionismo y, más recientemente, el funcionalismo alético.

Coherentismo

El coherentismo es la teoría que sostiene que una proposición es verdadera si y solo si es coherente con otras proposiciones en un sistema de creencias. Así pues, la verdad depende de la relación entre proposiciones. La objeción común para el coherentismo es que una proposición bien puede ser coherente con otras proposiciones creídas por un agente y, aún así, que muchas de las proposiciones sean falsas. La premisa de fondo de esta objeción es que la coherencia no hace a las proposiciones verdaderas y que, de hecho, proposiciones falsas pueden ser coherentes entre sí: yo puedo creer al mismo tiempo que la tierra es plana y que puedo caer en un abismo si excedo sus límites. Con esta objeción se pretende mostrar que la coherencia interna no es la única condición para que las proposiciones sean verdaderas, sino que hace falta referir a algo externo a ellas.

Correspondentismo

El correspondentismo sostiene que una proposición es verdadera si y solo si esa proposición corresponde a los hechos. Según el correspondentismo, la verdad de una proposición depende de la relación que esta guarda con el mundo: hay algo fuera de la proposición a lo cual esta corresponde en caso de ser verdadera. La objeción típica al correspondentismo es la posible carencia de parsimonia ontológica que podría implicar, pues acarrea consigo la necesidad de formular una serie de teorías ontológicas que den cuenta de qué son los hechos y en qué consistiría la relación que mantiene una proposición con los hechos. Los problemas comunes que activa el correspondentismo son de sobra conocidos en la historia de la filosofía; por ejemplo, el compromiso con la existencia de hechos negativos y generales, o si la correspondencia depende de un tipo de denotación o isomorfismo. Como se ve claro, entonces, el correspondentismo no puede ser defendido contundentemente al margen de una ontología que lo soporte.

Tarski: Entre Aristóteles y Ramsey

Ante las perplejidades desprendidas del coherentismo y el correspondentismo, la teoría semántica de la verdad de Tarski produjo cierto regocijo, pues intentaba dar una definición de verdad en términos lógicos, a propósito de evitar las obscuridades y enredos que acechaban a las otras definiciones. En “The Semantic Conception of Truth”, Tarski señaló que la definición de verdaddebe ser materialmente adecuada y formalmente correcta. La adecuación material de la definición de verdaddepende de la célebre equivalencia de la forma-T, la cual no es más que un esquema de una oración. La equivalencia de la forma-T se formula en los siguientes términos: x es verdadera si y solo si P. La esenciade la equivalencia de la forma-T consiste en especificar las condiciones bajos las cuales todas sus instancias son verdaderas. Si bien es cierto que Tarski emparentó su definición de verdadcon aquella legada por Aristóteles en su Metafísica, otros autores la han emparentado a la teoría redundante de la verdad de Ramsey. La teoría redundante de la verdad propone que decir que una oración es verdadera es simplemente repetir la oración. Ramsey entiende esto en términos de significado: la oración “‘la nieve es blanca’ es verdadera” tiene el mismo significado que la “nieve es blanca”. La consecuencia de la teoría de Ramsey es que no existe una propiedad de verdad.

Deflacionismo

En “Meaning, Use and Truth”, Paul Horwich dividió en dos las posturas que los filósofos han mantenido sobre la verdad: la inflacionista y la deflacionista. Según Horwich, la postura inflacionista cree que la verdad es una propiedadsubstantiva, profunda y misteriosa, cuya naturaleza tiene que ser descubierta por la filosofía y que, al mismo tiempo, la filosofía debe dar cuenta de la relación entre referenciay verdad. En cambio, la postura deflacionista cree que la verdad no posee una naturaleza subyacente y, por tanto, no es susceptible de un análisis filosófico. En este orden de ideas, los filósofos que sostienen una postura deflacionista se encuentran cómodos con el esquema de la forma-T, sosteniendo que esa es la mejor “explicación” que se puede dar para la verdad: en su trivialidad reside su elegancia. Horwich se etiqueta a sí mismo como deflacionista, y su propuesta consiste en considerar a la verdadcomo un instrumento que nos ayuda a hacer generalizaciones de cierto tipo. Las generalizaciones habilitadas por la verdadsirven para aceptar instancias del esquema de la forma-T, y su función es generalizar infinitas cadenas potenciales de aseveraciones: “en lugar de decir que Tom dice que el pasto es verde y el pasto es verde; y que Tom dice que las rosas son rojas y las rosas son rojas, yo puedo emplear el concepto de verdad y simplemente señalar que todo lo que dice Tom es verdadero” (M. P. Lynch 2011: 7).

La objeción típica que se les plantea a los deflacionistas es cómo justificar el compromiso con las instancias del esquema de la forma-T, ataque al cual los deflacionistas responden que las instancias del esquema de la forma-T no necesitan justificación, pues basta con que una oración se adecúe al esquema de la forma-T para que la oración sea verdadera.

Otro punto en la agenda de los deflacionistas como Horwich es reducir el rol que juega la verdada un rol expresivo, privándole de toda capacidad explicativa. El argumento de los deflacionistas es que si la verdad no es una propiedad substantiva de algo, entonces la verdad no tiene capacidad explicativa. En resumidas cuentas, las tesis nucleares de los deflacionistas como Horwich son que la verdad se reduce a un instrumento lógico que ayuda a generalizar y que la verdad no tiene algún poder explicativo. Según esta clase de deflacionistas, lo que le queda a la verdad es jugar un rol expresivo.Al negar que la verdad es una propiedad substantiva, los deflacionistas evitan los enmarañamientos ontológicos y epistemológicos que acosan al correspondentismo y al coherentismo: por un lado, reducir la verdad a un instrumento lógico de generalización nos evita la penosa tarea de introducir entidades (v.gr.: la propiedad de verdad), explicar qué son y en qué consisten; y, por otro lado, eliminar de la verdad todo papel explicativo nos evita la tarea de explicar la conexión entre verdad, creencias y conocimiento. En este orden de ideas, no es descabellado que por principio de parsimonia pertenecer al bando deflacionista sea altamente atractivo: entre más simple, mejor.

Funcionalismo alético

Sean cuales fueren sus virtudes, hay un punto ciego padecido por los deflacionistas: hay verdades comunes sobre la verdad que, de hecho, parecen sugerir que la verdad es una propiedad substantiva. Una de las verdades comunes sobre la verdad es que tiene una función normativa en el conocimiento, pues, por una parte, forma parte de la definición tradicional o tripartita del conocimiento, según la cual los agentes conocen que P si y solo si los agentes creen que P, P es verdadera y los agentes están justificados en creer que P; y, por otra, porque es correcto creer que P si y solo si P es verdadera. En este segundo sentido, la función normativa de la verdad en el conocimiento consiste en que si P aparece como una proposición verdadera, entonces los agentes debencreer que P.Frente a esto, el funcionalismo alético propone en contra de los deflacionistas a là Horwich que la verdad sí es una propiedad substantiva, mas no misteriosa y profunda. La estrategia de los funcionalistas es resaltar las diversas funciones que desempeña la verdad en algunas de nuestras prácticas epistémicas, lingüísticas y morales. Según los funcionalistas, en efecto, la verdad es una propiedad substantiva porque da información substancial (de ahí el adjetivo) que nos ayuda a explicar fenómenos de diversa índole. La tesis nuclear de los funcionalistas es que la verdad es, ante todo, un concepto con roles funcionales, los cuales nos revelan un aspecto de la verdad. Los roles funcionales de la verdad se manifiestan en las verdades comunes –quizá triviales– sobre la verdad; por ejemplo, su función normativa en el conocimiento, mostrar cómo son las cosas, ser la finalidad de la investigación o, como bien reconocería Horwich, ser un instrumento que nos ayuda a realizar generalizaciones. Aparentemente, uno de los encantos de privilegiar el enfoque funcionalista es que la investigación sobre la verdad no se estanca en clarificar a qué nos referimos cuando hablamos de “objetividad” o “fin de la investigación”, sino que toma estas expresiones como puntos de partida para investigar la naturaleza de la verdad. Esta maniobra permite a los funcionalistas abrir la veta para defender un pluralismo alético, cuya premisa de fondo es que al contar con distintas funciones, la verdad se materializa de distintas maneras en distintos lugares.

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Diego Espinoza Bustamante

Escrito por Diego Espinoza Bustamante

Licenciado en filosofía por la Universidad Panamericana. Actualmente trabaja como adjunto de rectoría de la Universidad Panamericana y como Asistente de Investigador adscrito al Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. Sus intereses filosóficos tienen que ver con metafísica de la mente, metafilosofía, filosofía cristiana y teorías de la verdad. También le interesa la historia de la filosofía medieval, de la filosofía analítica y del pragmatismo americano, así como el cultivo de autores; por ejemplo, Santo Tomás de Aquino, Guillermo de Occam, John Dewey, Ludwig Wittgenstein y W. V. O. Quine.

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