Existencialismo y vitalismo en Llano 1
Cuando cursaba sus estudios eclesiásticos en el Angelicum de Roma, Llano recibió lecciones del fraile dominico Reginald Garrigou-Lagrange. Marcada por las condenas antimodernistas de Pío X, la filosofía dominante en el Angelicum estaba empapada de neoescolástica, el estudio de manuales y volcada por completo hacia la teología. “Modernismo” es el término que popularizó Pío X en su encíclica Pascendi para referir a una síntesis de todas las herejías sostenidas por algunos autores católicos, quienes abogaban en pro de una teología crítica y de corte liberal. Para contrarrestar el daño doctrinal producido por el modernismo, Pío X juzgó conveniente atrincherar la teología católica en el marco de la escolástica tomista. Bajo la supervisión de Garrigou-Lagrange, Llano se familiarizó con las obras de Juan de Santo Tomás, Tomás Cayetano y Santiago Ramírez. Con todo, fue gracias a su intercambio intelectual con Fernando Inciarte, José Gaos y Adolfo Sánchez Vázquez que Llano pudo templar el escolasticismo en el cual había sido formado inicialmente. En este blog me limitaré a esbozar someramente el impacto intelectual de Gaos sobre el pensamiento filosófico de Llano.
Gaos y Llano
Hacia la década de los 60, Llano accedió a los estudios de doctorado en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, lugar donde siguió los cursos de Gaos. Como es bien sabido, Gaos y los “transterrados” contribuyeron sin titubeos a la profesionalización de la filosofía en México, es decir, invitaban a sus alumnos a familiarizarse con los clásicos y a leer directamente los textos centrales de la tradición filosófica, con ocasión de que la filosofía se convirtiera en una disciplina cultivada por especialistas. Como buen discípulo, Gaos introdujo a Llano a la obra de Ortega y Gasset, influencia que hizo eco en las conferencias y escritos de Llano, en los cuales “se percibe frecuentemente ese talante orteguiano tan peculiar, deslumbrante y castizo. José Gaos sacó a Llano de los límites de la filosofía neoescolástica y le mostró otras posibilidades”.
Gaos también presentó a Llano Ser y tiempo de Heidegger. Naturalmente, la aproximación de Llano a Ser y tiempo fue de corte existencialista, lectura que predominaba en la interpretación de Gaos sobre la lectura fenomenológica. Sin embargo, años más tarde, Llano se interesó por la filosofía de Edith Stein, discípula directa de Edmund Husserl. Fue a través de Stein que Llano encontró algunos aspectos de la fenomenología que no había conocido en los cursos –formales o informales– de Gaos.
Sea como fuere, la filosofía vitalista y existencialista de Gaos estuvo presente en el pensamiento de Llano a lo largo de toda su vida. A este respecto, Héctor Zagal señala que la impronta vitalista y existencialista de Llano reluce en su artículo titulado “El problema filosófico de la muerte” (Istmo 129), donde Llano alega que “la vida humana sólo puede ser tomada en serio, cabalmente apreciada, cuando la juzgamos desde la muerte”. En este orden de ideas, “la muerte pone delante de nuestros ojos lo que es verdaderamente importante. Gracias a su consideración, podemos separar la paja de los frutos valiosos”. Así pues, “El problema filosófico de la muerte” revela, por un lado, el carácter vital que Llano quiso imprimir en la filosofía, la cual se podría etiquetar como una meditatio mortis, y, por otro, la impronta heideggeriana, pues, hasta donde tengo entendido, Heidegger nos recuerda que sólo la conciencia de que el ser humano es un ser-para- la-muerte lo invita a conducir libre y auténticamente su vida.
Sin lugar a dudas, Gaos fue un personaje decisivo en el pensamiento filosófico de Carlos Llano. Tan es así que uno de los últimos libros de Llano se titula Ensayos sobre José Gaos: metafísica y fenomenología (2008)(2008).
1 Véase: Zagal, Héctor: Para entender a Carlos Llano, Nostra Ediciones, México 2014, 36-37 y 40-42.
Descarga el siguiente Ebook de Carlos Llano:
